Un video revela las condiciones inhumanas en el centro de salud mental, donde los enfermos presentan lesiones por picaduras y carecen de higiene básica, a pesar de que las autoridades conocen la situación.
Un video difundido en Facebook ha destapado las condiciones deplorables en las que sobreviven los pacientes del Hospital Psiquiátrico de Santa Clara. Las imágenes muestran a una persona acostada sobre una colchoneta —sin colchón—, parcialmente cubierta por una sábana sobre la cual caminan numerosos insectos. La denuncia fue realizada por la actriz Lizandra Martín Martín, quien alertó que las áreas 2 (Las Minas) y 9 del hospital están infestadas de chinches.
Según detalló la denunciante, los pacientes presentan lesiones visibles por las picaduras y muchos se ven obligados a dormir directamente en el suelo. «Esta situación ya fue conocida por la Dirección Provincial de Salud, incluso con videos y pruebas. El tema llegó al Partido, hicieron su visita… y ahí quedó todo. Nada cambió cuando vieron el problema», escribió Martín, expresando su indignación ante la inacción de las autoridades.
La actriz exigió una respuesta inmediata y pública: «Los pacientes del Hospital Psiquiátrico de Santa Clara son seres humanos. Merecen higiene, respeto y atención digna. Exijo que se actúe ya». Este escándalo se suma a una larga lista de denuncias sobre el estado de los hospitales psiquiátricos en Cuba. En abril, otro video mostró a un empleado del mismo centro golpeando a un paciente durante una crisis, mientras que en Santiago de Cuba y Guantánamo se han reportado situaciones similares de abandono y falta de equipos médicos esenciales.
Estos hechos exponen la cruda realidad de un sistema de salud colapsado, marcado por la escasez de medicamentos, la falta de productos de limpieza, personal desmotivado y plazas de limpieza vacantes debido a los salarios miserables. A pesar de las repetidas denuncias, la respuesta estatal ha sido insuficiente, priorizando el silenciamiento de los denunciantes sobre la solución de los problemas. Lo que alguna vez se presentó como una «potencia médica» hoy muestra su verdadero rostro: abandono, deshumanización y una indiferencia institucional que condena a los más vulnerables a una existencia indigna.














