**Los 18,000 millones de dólares de GAESA y las deudas del régimen cubano con acreedores internacionales**
La filtración de documentos financieros de GAESA, el conglomerado empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), sigue generando ondas expansivas fuera de Cuba.
La investigación del Miami Herald no solo ha puesto sobre la mesa la magnitud de las reservas de la corporación militar —más de 14,467 millones de dólares depositados en cuentas bancarias no identificadas hasta marzo de 2024— sino que ha encendido alarmas entre gobiernos, empresas y contribuyentes que llevan años escuchando la misma respuesta de La Habana: no hay dinero para pagar.
El Consejo Económico y Comercial Estados Unidos–Cuba, con sede en Nueva York, planteó la pregunta de fondo: ¿ha mentido el régimen cubano sobre su capacidad real para honrar sus deudas?
Para esta entidad, que sigue de cerca las relaciones comerciales con la Isla, la revelación del Herald no solo describe a un grupo empresarial poderoso, sino que obliga a repensar la credibilidad de décadas de declaraciones oficiales.
En un comunicado, el Consejo se interrogó sobre la verdadera naturaleza de los estados financieros filtrados: ¿son el reflejo de una estructura empresarial compleja pero legítima, o la evidencia de una estrategia deliberada para ocultar valor, evadir pagos y manipular a acreedores internacionales?
Cuentas y contradicciones
La pregunta cobra especial peso porque, mientras GAESA retenía reservas multimillonarias, el régimen cubano negociaba —o incumplía— compromisos con sus acreedores más cercanos: Moscú, Pekín y el Club de París.
La Habana ha insistido en su incapacidad de cubrir pagos o intereses, al mismo tiempo que mantiene depósitos equivalentes al 76% de la liquidez de su principal corporación estatal.
El Consejo recordó que, desde diciembre de 2001, los exportadores estadounidenses de alimentos y productos agrícolas han recibido de Cuba unos 8,000 millones de dólares en pagos por adelantado, como exige la ley de sanciones comerciales de EE.UU.
Si hay divisas para cumplir estrictamente con ese marco legal, cabe preguntar por qué no se usan para saldar deudas con otros socios.
Acreedores en la mira
La lista de afectados es larga. Los accionistas de Sherritt International Corporation (Canadá) acumulan 100 millones de dólares en cuentas por cobrar vinculadas a sus operaciones mineras y energéticas en la Isla.
Los de Meliá Hotels International (España) gestionan todavía más de 2,300 habitaciones en Cuba, pero han tenido que desafiliar casi un millar solo en el primer semestre de 2025. La causa, según reportes corporativos: retrasos crónicos en el mantenimiento de las propiedades —todas pertenecientes a empresas de GAESA— y una caída en la calidad del servicio.
En España, los contribuyentes también tienen motivos para cuestionar la política de su gobierno, que optó por convertir en inversión unos 400 millones de dólares de deuda impagada por Cuba. Una fórmula que, en la práctica, significa aceptar que el cobro en efectivo es improbable.
Un patrón de incumplimientos
El historial de impagos de La Habana es extenso y reincidente. El Consejo señaló que Cuba no ha respetado acuerdos de reestructuración por miles de millones de dólares con países como Canadá, China, Japón, México, Rusia y Vietnam, pese a condonaciones y descuentos masivos.
El caso del Club de París es paradigmático: tras una quita del 76% de la deuda en 2015, las autoridades cubanas volvieron a incumplir el calendario de pagos.
Mientras tanto, empresas extranjeras no radicadas en Cuba acumulan cientos de millones de dólares en cuentas por cobrar, enfrentándose a peticiones constantes de rebajas y aplazamientos.
Credibilidad en entredicho
La conclusión que deja el documento es tan directa como incómoda: la credibilidad del gobierno cubano y de sus empresas estatales está bajo sospecha.
Si los datos filtrados son ciertos, Cuba habría tenido durante años los recursos para pagar una parte significativa de lo que debe, pero optó por retenerlos bajo control militar, blindados frente a cualquier fiscalización civil o internacional.
Para acreedores y contribuyentes de medio mundo, la filtración de los llamados “Papeles de GAESA” no es solo una cuestión contable: es la confirmación de que, más allá del embargo o de la crisis interna, existe un problema estructural de transparencia y voluntad de pago.
El pesado lastre de la deuda cubana
La polémica sobre las millonarias reservas de GAESA se produce en un país que arrastra un voluminoso historial de deudas y reestructuraciones con algunos de los principales actores financieros y comerciales del mundo.
Según el Economist Intelligence Unit, el endeudamiento total de Cuba —sumando obligaciones públicas y privadas— rondaba entre 28,500 y 28,700 millones de dólares a finales de 2023.
El Club de París, que agrupa a los principales acreedores oficiales, figura entre los más afectados. En 2015, la organización perdonó a La Habana 8,500 millones de dólares sobre una deuda original de 11,100 millones, dejando el resto a pagar hasta 2033.
Sin embargo, Cuba volvió a incumplir los plazos y en enero de 2025 se acordó una nueva reestructuración que solo cubre alrededor del 16 % del total de su deuda externa.
Otros acreedores importantes han optado por condonaciones parciales o renegociaciones. Rusia perdonó en 2014 el 90 % de una deuda histórica de 35,000 millones de dólares, quedando un saldo de unos 3,200 millones a pagar en diez años.
China condonó 6,000 millones en 2011, reestructuró otra parte en 2022 y otorgó unos 100 millones adicionales en créditos o ayuda. México condonó el 70 % de una deuda de 487 millones en 2013, y Vietnam canceló en 2018 unos 144 millones.
Paradójicamente, desde 2001 y en cumplimiento estricto de la ley estadounidense de sanciones comerciales (TSREEA), Cuba ha pagado unos 8,000 millones de dólares por adelantado a exportadores agrícolas y alimentarios de Estados Unidos.
Esta capacidad de pago selectivo es uno de los elementos que más llama la atención de analistas y acreedores, ya que contrasta con la negativa a cumplir compromisos financieros con otros socios.
En este contexto, las revelaciones sobre las reservas de GAESA no solo ponen en entredicho la transparencia de la economía cubana, sino que también reavivan la pregunta de si La Habana ha exagerado o manipulado durante años su “incapacidad” para pagar, mientras mantiene miles de millones bajo control militar, fuera de la supervisión civil o internacional.