La Cancillería cubana ha eludido responder directamente a la investigación del Miami Herald sobre la presunta tenencia de más de 18,000 millones de dólares por parte de GAESA, el conglomerado militar cubano. En lugar de abordar las acusaciones de falta de transparencia y control de activos fuera del alcance fiscal, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) ha recurrido a una estrategia de desinformación y ataques personales contra el periodista Mario J. Pentón.
Esta táctica, consistente en desviar la atención de la denuncia principal hacia ataques al mensajero y el uso de narrativas sobre el embargo económico, busca deslegitimar la información y mantener el discurso oficial intacto. La ausencia de una respuesta oficial clara y la respuesta indirecta a través de redes sociales por parte de funcionarios como Rodney González Maestrey evidencian una estrategia de control discursivo ante una acusación de gran impacto.
El silencio oficial ante la investigación de GAESA
La investigación del Miami Herald, basada en documentos financieros internos filtrados, señala que GAESA, el principal grupo empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), maneja una fortuna de más de 18,000 millones de dólares en activos líquidos. Esta cifra, significativa en el contexto de la crisis económica cubana, ha generado un amplio debate y críticas tanto dentro como fuera de la isla. Sin embargo, el gobierno cubano, a través del MINREX y su titular, Bruno Rodríguez Parrilla, ha guardado silencio oficial sobre el contenido de la investigación.
La prensa oficialista tampoco ha dado cobertura a la noticia, optando por mantener su agenda propagandística habitual y evitar cualquier mención al escándalo financiero. Este silencio contrasta con la agilidad con la que el gobierno suele responder a otras informaciones críticas, especialmente aquellas relacionadas con las sanciones estadounidenses.
Tácticas de desinformación: atacar al periodista
La única reacción pública del MINREX ha sido a través de las redes sociales, específicamente con un mensaje en Facebook de Rodney González Maestrey, director de Asuntos Legales y Análisis de la Dirección General de Estados Unidos del MINREX. En lugar de refutar los datos publicados por el Herald, el funcionario dirigió sus críticas al periodista independiente Mario J. Pentón, a quien calificó de «instrumento de la extrema derecha de origen cubano».
Pentón había comentado la investigación, criticando la falta de pronunciamiento de figuras diplomáticas como Carlos Fernández de Cossío y Johana Tablada de la Torre, y señalando las dificultades de acceso a la información para la población cubana debido a las restricciones de internet.
La respuesta de González Maestrey se centró en desacreditar a Pentón, asociando sus críticas con políticas de Washington contra Cuba y defendiendo el turismo gestionado por GAESA como fuente de ingresos. Esta estrategia busca personalizar el conflicto y evitar la discusión sobre la presunta corrupción y la militarización de la economía, que son pilares del modelo cubano.
Eludieron el fondo de la denuncia
En ningún momento de su mensaje, González Maestrey negó las cifras publicadas por el Miami Herald ni ofreció explicaciones sobre el origen, uso o destino de los 18,000 millones de dólares supuestamente controlados por GAESA. Tampoco se abordó la cuestión de si estas reservas deben ser destinadas a paliar la crisis económica o ser transparentadas ante la ciudadanía.
Esta táctica de silencio y desvío es una estrategia recurrente del gobierno cubano para evitar responder a cuestionamientos estructurales y mantener el control narrativo. Al centrarse en el «embargo» y las supuestas motivaciones políticas de los críticos, se pretende desviar la atención de la presunta corrupción y el manejo opaco de los recursos públicos.
Conclusión: una respuesta calculada
La respuesta de la Cancillería cubana ante la investigación sobre GAESA demuestra una estrategia calculada para eludir la rendición de cuentas. El silencio oficial, combinado con ataques personales y la reiteración de narrativas propagandísticas, busca desacreditar la información y proteger al conglomerado militar de cualquier escrutinio público. Esta situación pone de manifiesto la dificultad de obtener transparencia sobre los recursos económicos gestionados por el poder militar en Cuba y cómo las críticas son sistemáticamente desviadas hacia la confrontación política.