Larry Lawton, un ex convicto estadounidense, califica a los autores del hurto millonario en París de «aficionados» y revela una impactante técnica de contrabando.



El robo de joyas por un valor de 102 millones de dólares del Museo Louvre en París ha sido calificado de «torpe» y «amateur» por una voz con autoridad en la materia: Larry Lawton, quien fuera uno de los ladrones de joyas más notorios de Estados Unidos. Lawton, quien cumplió once años de prisión, no ahorró críticas para los cuatro individuos que llevaron a cabo el audaz pero, según él, desastroso golpe.
«Espero que tuvieran suficiente dinero para literally mantenerse ocultos y salir del país», comentó Lawton, de 64 años, sobre los ladrones. Con su experiencia como referencia, el ex criminal planteó una hipótesis impactante sobre cómo podrían haber intentado sacar las joyas de Francia: escondiéndolas en sus rectos. «Dependiendo del tamaño, podrías desarmar algunas de esas joyas y literalmente ‘empacarlas’ en una maleta», explicó Lawton, usando un término del hampa que se refiere a «insertar algo en el recto».
Lawton, quien confesó haber usado él mismo esta técnica en el pasado para contrabandear un cuchillo, detalló: «Tienes siete pulgadas extra en tu ano… Pones un cuchillo en la mitad de un porta cepillo de dientes y pones cinta adhesiva en el otro extremo».

Sin embargo, Lawton enfatizó que los ladrones del Louvre carecían de la meticulosidad de un profesional. Señaló que uno de ellos dejó un guante en la escena y otro dejó caer la corona imperial de la Emperatriz Eugenia, dañando la pieza histórica durante la huida apresurada. «No son profesionales como yo lo era», afirmó con desdén. «¡Robé 25 malditas tiendas y nunca dejé caer las joyas, y mucho menos una maldita corona!»
El reformado felón también destacó la importancia de poder vender las joyas robadas. Dada la rareza e identificación de las piezas del Louvre, cree que será extremadamente difícil para los criminales deshacerse del botín, incluso si las desmontan. A pesar de sus errores y del miedo que sin duda sienten ahora, Lawton admitió que la adrenalina del momento del robo es incomparable. «He probado todas las drogas que existen, pero no hay un subidón como salir de una joyería sabiendo que tienes un millón de dólares en una maldita bolsa», confesó.














