Agricultores y empresarios alertan de los daños a la economía por la falta de trabajadores, tras el fin de programas de permisos laborales para inmigrantes.
Miles de inmigrantes han perdido sus empleos en Estados Unidos desde que el presidente Donald Trump puso fin al programa de parole humanitario que otorgaba permisos legales de trabajo a ciudadanos de Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua, afectando directamente a sectores que dependen de mano de obra extranjera. La ofensiva migratoria de Trump, que busca frenar lo que ha calificado como una «invasión» en la frontera sur, está afectando tanto a trabajadores no calificados como a profesionales extranjeros altamente especializados. Empresas como Goodwin Living, una organización sin fines de lucro en Virginia que ofrece servicios a adultos mayores, tuvieron que despedir a empleados haitianos que habían obtenido ascensos gracias al programa cancelado.
El impacto también alcanza al campo. Agricultores como John Boyd Jr., en Virginia, aseguran que la falta de trabajadores está poniendo en riesgo la producción de alimentos. «Estos son trabajadores que hacen el trabajo duro que muchos estadounidenses no quieren hacer», denunció. La propia administración admitió que la escasez de mano de obra está provocando un aumento de costos en la cadena alimentaria. El freno migratorio afecta tanto a quienes recogen tomates como a quienes desarrollan tecnología. Trump elevó de forma abrupta el costo del visado H-1B de 215 dólares a 100,000, lo que ha sido interpretado por expertos como un mensaje directo para disuadir la llegada de talento extranjero. Desde junio hasta agosto, la creación de empleo mensual cayó a un promedio de apenas 29,000 nuevos puestos.














