Una carrera por contratar 10,000 agentes lleva a la agencia a enviar candidatos a la academia sin completar las pruebas de drogas o los chequeos de seguridad, detectándose casos con antecedentes penales graves.
En un giro preocupante de los protocolos normales, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha estado enviando nuevos reclutas a su programa de formación en Brunswick, Georgia, antes de que hayan completado el proceso de verificación de antecedentes y las pruebas de detección de drogas. Esta medida, descrita como inusual por funcionarios actuales y anteriores del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), responde a la presión por aumentar masivamente la plantilla de la agencia.
Según las fuentes, este procedimiento acelerado ha llevado a descubrir, una vez los reclutas ya estaban en la academia, que algunos no cumplían con los requisitos básicos. Se han identificado casos de individuos con antecedentes penales descalificantes, como un recluta acusado previamente de robo con violencia y agresión en un caso de violencia doméstica. También se ha detectado que otros no habían siquiera sometido sus huellas dactilares para la verificación de antecedentes, un paso fundamental previo al entrenamiento.
Los datos internos de ICE revelan que, desde que comenzó este impulso de contratación, más de 200 reclutas han sido despedidos durante el período de formación. La mayoría fue por no cumplir con los requisitos físicos o académicos, pero casi una decena fueron separados debido a cargos penales, pruebas de drogas fallidas o problemas de seguridad que debieron haberse detectado antes de su admisión en la academia. Existe una creciente alarma entre los funcionarios de que, en la carrera por alcanzar la meta de 10,000 agentes, la agencia pueda estar pasando por alto señales de alerta críticas en los candidatos.













