La UEFA da luz verde a un partido histórico: Villarreal-Barcelona se jugará en Miami

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Una autorización excepcional y no precedente revive el debate global sobre la «internacionalización» de las ligas domésticas, enfrentando tradición, mercado y la voz de aficionados y jugadores.

El mundo del fútbol se prepara para vivir un capítulo controvertido y sin precedentes en la historia de LaLiga. Este martes, la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) anunció que, de manera excepcional y tras una evaluación minuciosa, ha dado su aprobación a la solicitud de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para que el partido correspondiente a la decimoséptima jornada de LaLiga EA Sports entre el Villarreal CF y el FC Barcelona se dispute fuera de las fronteras españolas. El escenario elegido es el Hard Rock Stadium de Miami, Florida, en Estados Unidos, un mercado estratégico para la expansión global del fútbol español.

Según informó la agencia EFE, el máximo organismo del fútbol europeo fue enfático en subrayar que esta decisión, lejos de representar un cambio de postura o sentar un precedente liberador, es una respuesta puntual a un vacío legal existente. La UEFA explicó que su Comité Ejecutivo tomó esta determinación debido a la «falta de claridad en el marco regulatorio de la FIFA», el cual se encuentra actualmente en un proceso de revisión. En un comunicado oficial, la institución con sede en Nyon, Suiza, reiteró su «clara oposición» de principio a que partidos de ligas domésticas se disputen fuera del territorio nacional de la federación correspondiente. Sin embargo, ante la ambigüedad normativa y para no obstaculizar proyectos ya en marcha, optó por aprobar con palpable reticencia no solo la petición española, sino también una similar de la federación italiana, que permitirá que el partido de la Serie A entre el AC Milán y el Como se juegue en Perth, Australia, coincidiendo con la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026.

Esta autorización revive con intensidad un debate profundo que ya había estallado hace cinco años, cuando LaLiga, impulsada por su presidente Javier Tebas, intentó por primera vez llevar partidos oficiales al extranjero, una iniciativa que en su momento derivó en una agria batalla legal con la propia RFEF. Hoy, el conflicto de intereses resurge con actores similares pero en un contexto global evolucionado. La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) ha sido una de las voces más críticas, manifestándose en contra de la medida y contando con el respaldo explícito de los capitanes de los equipos de Primera División. La AFE ha calificado el traslado de «falta de respeto a los futbolistas», argumentando una ausencia total de diálogo e información transparente sobre las implicaciones logísticas, de rendimiento y contractuales para los jugadores, quienes son, en última instancia, los protagonistas del espectáculo.

La oposición no se limita a los representantes de los jugadores. El Real Madrid, máximo rival del Barcelona, elevó de forma inmediata comunicados formales a la UEFA y a la FIFA solicitando que no se autorizara el traslado. El club merengue esgrime que esta iniciativa «vulnera el principio de reciprocidad territorial» que es fundamental en las competiciones de liga a doble vuelta, donde la condición de campo local y visitante es un pilar competitivo. Alterar este principio, argumentan, concede ventajas indebidas a los clubes que solicitan estos traslados, desequilibrando la competición. Del mismo modo, las asociaciones europeas de aficionados, con la española FASFE a la cabeza, han expresado su más firme rechazo. Para ellos, el fútbol es un evento cultural y social profundamente arraigado a un territorio y una comunidad; desvincular el partido de su entorno natural es, a su juicio, una mercantilización que ignora el alma del deporte.

Mientras tanto, la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial, se encuentra en el ojo del huracán. Recientemente introdujo modificaciones en su Reglamento de Partidos Internacionales para tratar de normar y abordar la autorización de este tipo de encuentros fuera de su territorio natural. La nueva normativa, aún en fase de ajuste, obliga a considerar el equilibrio competitivo y los intereses del resto de clubes de la competición. La UEFA ha aclarado que, mientras este marco regulatorio se termina de definir y consensuar, cualquier federación nacional que desee realizar una petición similar deberá consultarla previamente. Además, se ha comprometido a colaborar activamente con la FIFA para «proteger el vínculo entre clubes, hinchas y comunidades locales». La disputa entre la tradición centenaria del fútbol, los intereses de un mercado global multimillonario y la fría letra de los reglamentos internacionales vuelve así al centro del debate. El Villarreal-Barcelona en Miami no será solo un partido de fútbol; será un símbolo de esta encrucijada histórica.

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