La falta de electricidad y combustible en el Hospital Félix Lugones Ramírez impidió brindar atención crítica, mientras los dirigentes brillaban por su ausencia.
Una escena dantesga, más propia de una película de terror que de un centro sanitario, se vivió anoche en el Hospital Félix Lugones Ramírez del municipio de Pilón, en Granma. Una fotografía tomada en la oscuridad muestra el centro de salud completamente a oscuras, con su terapia intensiva al tope de pacientes que requerían cuidados urgentes, pero sin el recurso más básico: la electricidad. Esta falla crítica no fue solo una incómoda circunstancia, sino la causa directa de una tragedia humana irreversible.

En medio del apagón, una paciente en estado grave, procedente de la zona de Marciano, fue ingresada en el hospital. A pesar del denodado esfuerzo y la entrega del equipo médico de guardia —compuesto por la Dra. Marcela y el Dr. Líder—, la mujer falleció. La falta de energía imposibilitó realizar procedimientos esenciales para mantenerla con vida; ni siquiera fue posible aspirarla para despejar sus vías respiratorias. Un acto médico básico se convirtió en una misión imposible, sellando el destino de la paciente.
Abandono Institucional en la Noche Crítica
El testimonio del personal y testigos presentes es un relato de desamparo institucional. Durante la crítica situación, no se avistó a ningún dirigente del Partido, de la Policía, ni de la Dirección del Hospital o de Salud Pública. La ausencia de las autoridades en el momento de mayor necesidad habla más fuerte que cualquier discurso. Se comentó entre el personal que se iba a buscar combustible al municipio de Media Luna, pero esta medida reactiva llegó demasiado tarde. La pregunta que flota en el aire, cargada de rabia e impotencia, es: si se sabía de la falta de combustible, ¿por qué no se gestionó a tiempo?
La respuesta, según los propios vecinos de Pilón, es tan cruda como simple: «Pilón está solo. Sus dirigentes solo buscan vivir bien, mientras el pueblo sufre». Esta percepción de abandono y negligencia convierte una muerte evitable en un símbolo de la crisis sistémica que padece la población.
Anoche le tocó a una familia llorar la pérdida de un ser querido en la más absoluta oscuridad. Mañana, en un sistema de salud colapsado y sin respaldo, le puede tocar a cualquiera. La conciencia de un pueblo se despierta con el dolor: Pilón duele, y esta tragedia evidencia que, para quienes tienen el poder de solucionarlo, parece no importarles.














