El inmigrante, que exigía reunirse con Putin, fue derivado a un hospital psiquiátrico y se descubrió que tenía una orden de deportación previa
Un ciudadano cubano fue detenido en la emblemática Plaza Roja de Moscú tras protagonizar un insólito incidente que culminó con su ingreso en un hospital psiquiátrico. Los hechos, ocurridos el pasado 16 de octubre, fueron reportados por el diario ruso Moskovski Komsomolets.
Agentes de seguridad que patrullaban la zona se percataron de la presencia de un hombre que actuaba de manera peculiar cerca del Kremlin. Al intentar interrogarlo, descubrieron que el individuo, cuya identidad no ha sido revelada, solo hablaba español. Utilizando un traductor en línea, los oficiales lograron entender que el hombre afirmaba ser «el rey de varios países» y que exigía una reunión personal con el presidente Vladímir Putin.
Ante su comportamiento errático y la imposibilidad de comunicarse efectivamente, la policía decidió trasladarlo primero a una comisaría para su identificación y, posteriormente, derivarlo a un centro de salud mental, donde las autoridades sugirieron que podría padecer un trastorno psicológico.
La situación adquirió mayor complejidad cuando, tras indagar en sus antecedentes, se descubrió que el ciudadano cubano ya tenía un historial con las autoridades migratorias rusas. En 2022, había sido procesado por trabajar como jornalero sin el permiso laboral correspondiente, una falta administrativa por la que recibió una multa y una orden de deportación.
Se desconoce cómo logró eludir esta medida y regresar a territorio ruso, o si lo hizo de manera irregular. Este caso, aunque aparentemente aislado, se enmarca dentro del fenómeno más amplio de la creciente migración cubana hacia Rusia, impulsada por la crisis económica en la isla y las limitadas opciones para emigrar a países occidentales. Si bien se ha hablado mucho de los cubanos que se alistan en el ejército ruso —con estimaciones que llegan a 25,000—, este episodio revela una faceta menos visible: la de aquellos migrantes que, fuera de los canales oficiales, terminan en situaciones de extrema vulnerabilidad, lejos de su país y sin una red de apoyo efectiva.














