La batalla legal contra el polémico centro de detención migratoria de Florida ha escalado a un nuevo nivel. La tribu Miccosukee ha presentado una demanda federal contra Alligator Alcatraz, abriendo un frente de lucha basado en la soberanía indígena y la protección de tierras ancestrales. La acción legal argumenta que la instalación fue construida en un área sagrada sin la consulta ni el consentimiento de la tribu, en una flagrante violación de las leyes federales.
Este movimiento no es solo una disputa territorial; es un poderoso recordatorio de los derechos históricos de los pueblos originarios y de las obligaciones constitucionales del gobierno de EE.UU. La demanda de la tribu se suma a las ya existentes por violaciones de derechos humanos y daños ambientales, consolidando un frente de oposición masivo contra un proyecto que nació envuelto en opacidad y controversia.
«La Consulta No Es Opcional»: El Corazón de la Demanda
La tribu Miccosukee, en su rol de parte interviniente en una demanda ambiental más amplia, acusa a las agencias estatales y federales de ignorar por completo su soberanía. El centro fue edificado en apenas ocho días sobre una pista de aterrizaje abandonada en la Reserva Nacional Big Cypress, un área que forma parte del territorio ancestral de la tribu.
La ley federal obliga al gobierno a consultar a las tribus nativas sobre cualquier proyecto que pueda afectar sus tierras o recursos culturales. Este paso fundamental fue omitido, lo que convierte la construcción en un acto ilegal según los demandantes.
“La construcción de ‘Alligator Alcatraz’ viola los derechos soberanos de los Miccosukee y pone en peligro un paisaje cultural y ecológico de gran importancia… La consulta y el consentimiento no son opcionales”, afirmó Judith LeBlanc, directora ejecutiva de la Alianza de Organizadores Nativos, en apoyo a la demanda.
Un Conflicto con Historia en un Paisaje Sagrado
La elección del sitio para «Alligator Alcatraz» es particularmente dolorosa y simbólica. En la década de 1960, ese mismo terreno fue el lugar designado para el «Everglades Jetport», un megaproyecto aeroportuario que fue cancelado gracias a la presión de ambientalistas y de la propia tribu Miccosukee, tras demostrarse que causaría un daño ecológico irreparable a los Everglades.
Más de cinco décadas después, la historia se repite. El gobierno de Florida, liderado por Ron DeSantis, defiende el centro de detención asegurando que tiene «impacto cero» en el ecosistema, una afirmación que ha sido ampliamente desmentida por científicos y organizaciones como PolitiFact, que han documentado con imágenes satelitales los daños y la expansión de la infraestructura en esta zona ecológicamente frágil.
Un Centro Cuestionado por Todos los Frentes
La demanda de la tribu Miccosukee contra Alligator Alcatraz no ocurre en el vacío. Se suma a las denuncias por las condiciones «inhumanas» en las que se encuentran los más de 750 migrantes recluidos en jaulas, expuestos a plagas y a las inclemencias del tiempo. También se une a las acciones legales que denuncian la falta de una evaluación de impacto ambiental y a la queja formal de legisladores a quienes se les negó el acceso para supervisar la instalación.
Mientras las autoridades estatales insisten en que solo se utilizó infraestructura preexistente, la evidencia muestra lo contrario. La disputa legal apenas comienza, pero ya ha planteado un profundo debate sobre los límites del poder estatal, el respeto a los derechos de los pueblos originarios y la protección del medio ambiente en nombre del control migratorio.