La detención de un hombre mientras intentaba robar en una bodega de Guantánamo bajo intensa lluvia ha destapado una preocupante realidad que se extiende por toda la isla. El individuo, quien portaba cigarros para venta informal y herramientas para forzar cerraduras, representa el rostro visible de una crisis de seguridad alimentaria que empuja a ciudadanos a cometer actos delictivos por necesidad.
La ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, reconoció recientemente que en lo que va de 2025 se han reportado más de 163 robos en bodegas, superando las cifras del año anterior. La gravedad del problema quedó demostrada semanas atrás cuando un trabajador perdió la vida defendiendo su centro laboral durante un asalto, un hecho que conmocionó a la comunidad.
Provincias como Holguín, Las Tunas, Santiago de Cuba y Mayabeque reportan situaciones similares, donde la combinación de escasez crónica, bajos salarios y falta de medidas de seguridad efectivas convierten a los establecimientos estatales en blancos frecuentes de delincuentes. En Santiago de Cuba, recientemente un grupo de hombres intentó saquear una bodega de productos racionados, logrando la policía detener a algunos sospechosos aunque parte de la mercancía desapareció antes de la intervención.
Las llamadas «campañas de vigilancia comunitaria» promovidas por el gobierno son criticadas por vecinos que consideran que estas iniciativas trasladan la responsabilidad de la seguridad a los ciudadanos sin abordar las causas estructurales del problema.













