Un inmigrante cubano indocumentado fue arrestado por agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en esta ciudad, tras haber sido condenado previamente por amenazar con colocar un artefacto explosivo en la oficina de la congresista demócrata Kathy Castor, en un caso que ha encendido las alarmas sobre seguridad pública y que proyecta una sombra sobre la percepción de la comunidad cubana en Estados Unidos.
El detenido, identificado como Rigoberto Albizar-Martínez de 58 años, había sido sentenciado en mayo a un año de prisión por cargos federales, luego de dejar un mensaje de voz descrito por las autoridades como «vulgar, racista y lleno de obscenidades». Ahora, tras cumplir su condena en la cárcel federal, fue transferido a custodia de ICE como parte de las redadas dirigidas contra inmigrantes ilegales considerados como los «peores de los peores», según informó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a Fox News.
Medios locales como WFLA documentaron los detalles de la amenaza. Albizar-Martínez grabó en español frases explícitas como “Voy a poner una bomba en tu oficina. Es una amenaza”, acompañadas de insultos dirigidos contra demócratas, afroamericanos y simpatizantes de la causa palestina.
La periodista Anna Giaritelli, del Washington Examiner y especializada en seguridad nacional, confirmó el arresto y contextualizó el caso como un ejemplo de la crudeza que pueden alcanzar las amenazas contra funcionarios electos en el actual clima de polarización política.
La subsecretaria del DHS, Tricia McLaughlin, se mostró contundente al declarar que “no hay lugar para la violencia política en Estados Unidos” y agradeció a los agentes de ICE por “sacar de circulación a un individuo considerado una amenaza para la seguridad nacional”.
El arresto de Albizar-Martínez se enmarca en una serie de detenciones recientes que involucran a ciudadanos cubanos con historiales criminales. La semana pasada, ICE informó sobre la captura en Los Ángeles de Chamil Machado González, acusado de pertenecer a la pandilla Sureños-13 y con condenas previas por robo de vehículos, amenazas y secuestro. De manera casi simultánea, en San Diego, otro operativo resultó en el arresto de Walter Ramírez, un individuo con antecedentes por violación, agresión sexual a menores y violencia doméstica.
Estos casos, aunque individuales, contribuyen a formar una percepción pública de que un segmento de inmigrantes cubanos con pasado delictivo representa un riesgo para la seguridad, generando preocupación entre los miembros de la misma comunidad cubanoamericana, que residen en ciudades como Tampa, Miami o California y que cargan con el estigma que estos episodios generan.
La situación se complica por la política del gobierno cubano, que suele negarse a aceptar la repatriación de nacionales con condenas penales en Estados Unidos. Esta negativa obliga a las autoridades estadounidenses a buscar terceros países dispuestos a acoger a estos deportados, un proceso que genera numerosos cuestionamientos legales y tensiones diplomáticas.
Mientras tanto, la detención de Albizar-Martínez reabre un debate incómodo pero necesario: cómo prevenir que los actos criminales de una minoría empañen la imagen de una comunidad migrante mayoritariamente integrada y laboriosa, marcada por incontables historias de esfuerzo, sacrificio y contribución a la sociedad estadounidense.













