La escena musical cubana vive un momento de tensión e incertidumbre tras conocerse la noticia que ha conmocionado a sus seguidores: los reggaetoneros Dany Ome y Kevincito el 13 se han visto obligados a cancelar su tan esperada gira por Estados Unidos. La causa, según han revelado fuentes cercanas a los artistas, no responde a problemas logísticos o de salud, sino a una barrera infranqueable impuesta desde el exterior: restricciones migratorias por parte del gobierno estadounidense que les impiden ingresar al país.
El golpe para sus carreras es durísimo. La gira, programada para desarrollarse a lo largo de octubre, representaba la consagración internacional de una dupla que se había ganado a pulso un lugar destacado en la preferencia del público. Canciones que son himnos en las calles de La Habana iban a resonar en escenarios de ciudades estadounidenses, en lo que prometía ser un encuentro histórico con la diáspora cubana y los amantes del género a nivel internacional. Sin embargo, ese sueño se ha truncado.
El origen de este revés se remonta a una actividad artística previa de los músicos, pero no en el extranjero, sino en su propia tierra. Según la información divulgada por un productor cercano a los artistas, cuyo testimonio en audio fue publicado por la conocida cuenta de redes sociales «Papel en cara», la prohibición se debe directamente a una gira que Dany Ome y Kevincito el 13 realizaron previamente en Cuba.
La clave del conflicto, en palabras del productor, reside en que durante esa gira nacional se presentaron en «lugares permitidos por el régimen que gobierna la Isla». Esta circunstancia, aparentemente normal para cualquier artista que desarrolla su carrera dentro de su país, ha sido interpretada por las autoridades migratorias de Estados Unidos como motivo suficiente para asignarles un récord migratorio que ahora les cierra las puertas. La medida no hace distinciones sobre la naturaleza de los conciertos; el simple hecho de actuar en espacios autorizados por las instituciones cubanas ha activado una restricción que prioriza la política por encima del arte.
Frente a este escenario, surge la pregunta sobre la duración de esta medida. Las mismas fuentes indican que esta situación de veto migratorio no sería perpetua, pero sí se extendería por un periodo significativo: se habla de al menos dos años. Dos años en la vida de un artista joven y en plena ascensión son una eternidad, un lapso durante el cual la ventana de oportunidad para conquistar el mercado internacional puede cerrarse.
Sin embargo, Dany Ome y Kevincito el 13 no se han cruzado de brazos. Lejos de aceptar pasivamente la decisión, tanto los músicos como su equipo de abogados han emprendido una batalla legal para revertirla. La frase del productor, que asegura que están «dando la pelea en la Corte», sintetiza la esperanza de que la justicia estadounidense reconsidere el caso y permita que la música fluya por encima de las disputas políticas. El resultado de este proceso judicial es incierto, pero marca un precedente crucial para todos los artistas cubanos.
Mientras la pelea legal sigue su curso, en el presente inmediato hay un grupo que sufre las consecuencias de forma directa: los miles de seguidores que, con ilusión, habían adquirido sus entradas para los conciertos. La noticia de la cancelación ha generado un revuelo masivo en las redes sociales y comunidades de fans, donde la decepción y la incredulidad son los sentimientos predominantes. Para muchos, especialmente aquellos de origen cubano residentes en EEUU, estos conciertos no eran solo un espectáculo, sino un puente emocional con la cultura de su isla, una oportunidad de vibrar con los ritmos que definen a la nueva generación.
Ante esta legítima preocupación, las productoras a cargo de la gira, Arinha producciones y Arito pro, han actuado con celeridad. A través de comunicados oficiales publicados en sus redes sociales, han informado a su audiencia que el equipo jurídico no solo lucha por los artistas, sino que también gestiona la situación con los compradores. El mensaje es claro: se pondrán en contacto con todas las personas que adquirieron o reservaron entradas para realizar el reembolso correspondiente. Este gesto, aunque no calma la decepción, al menos protege la inversión económica de los fans y demuestra un compromiso con su base de apoyo.
Más allá del caso particular de Dany Ome y Kevincito el 13, este incidente proyecta una sombra alargada sobre toda la escena cultural cubana. El Grupo Dany Ome y Kevincito 13, con sus letras que reflejan las vivencias, alegrías y desafíos de la juventud cubana, se había convertido en un vocero auténtico de su tiempo. Su música, un reflejo de la cultura isleña, buscaba trascender fronteras y encontrar su lugar en el competitivo panorama del reggaetón global.
La cancelación de su gira internacional, especialmente la parada estadounidense, es un golpe brutal a esa proyección. La situación subraya, una vez más, la extrema complejidad que rodea las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, donde las políticas gubernamentales y las restricciones migratorias acaban teniendo un impacto tangible en actores que solo quieren dedicarse a su arte. Estas normas, diseñadas en los escritorios del poder, terminan por afectar a los creadores que buscan llevar su música al extranjero y, de paso, silban a un público ávido de escucharla.
La prohibición de viaje se presenta así como un muro inesperado para Dany Ome y Kevincito el 13, quienes habían preparado un espectáculo lleno de energía para sus fanáticos. Ahora, el ritmo se detiene, los micrófonos se apagan y el futuro inmediato de su carrera internacional queda en un doloroso compás de espera, a la espera de que la Corte emita un fallo que, todos esperan, priorice la conexión cultural por encima de cualquier disputa.














