Tras ser expulsada de EE.UU., la exmagistrada fue sometida a un interrogatorio en Cuba y se le advirtió que no volverá a ocupar ningún cargo judicial, mientras rumores apuntan a un posible proceso penal en su contra.
La exjueza cubana Melody González Pedraza, recientemente deportada desde Estados Unidos, fue interrogada por agentes de la Seguridad del Estado a su llegada a la isla. Según fuentes cercanas a Diario de Cuba, los oficiales justificaron el encuentro como una forma de «ayudarla» y conocer su estado de salud y sus planes, aunque también indagaron sobre las declaraciones que ofreció a medios durante su detención en EE.UU., donde expresó arrepentimiento por haber condenado a jóvenes bajo coacción.
La conversación terminó abruptamente cuando González, quien padece de hipertensión y diabetes, comenzó a sentirse indispuesta. No obstante, antes de concluir, los agentes le advirtieron claramente que no reintegraría ningún puesto dentro del sistema judicial cubano. En Villa Clara, su provincia de origen, circulan rumores sobre un posible proceso penal en su contra, motivado por sus declaraciones públicas sobre la falta de independencia judicial en la isla.
Actualmente, González Pedraza y su esposo, William Hernández Carrazana —también deportado—, viven en un apartamento prestado en condiciones precarias, manteniendo un perfil bajo y bajo discreta vigilancia. Su caso ilustra los riesgos y la precariedad que enfrentan los exfuncionarios que deciden romper con el sistema y buscan asilo en el extranjero, solo para ser deportados y regresar a un ambiente de incertidumbre y posible represalia.














