Estados Unidos ha desplegado más de 4.000 infantes de marina en aguas estratégicas de América Latina y el Caribe. Esta significativa movilización militar forma parte de una operación más amplia orquestada por la administración Trump contra las redes del narcotráfico internacional, según ha revelado la cadena CNN.
La decisión, que autorizó el propio presidente la semana pasada, busca intensificar la lucha contra los carteles de la droga operando fuera de las fronteras estadounidenses. Este movimiento genera preocupación en países como Venezuela y México, cuyas autoridades ya habían expresado temor ante posibles intervenciones militares extranjeras, evocando la histórica **doctrina Monroe**, que defendía la exclusividad de Estados Unidos en la protección del hemisferio occidental.
El despliegue incluye el Grupo Anfibio Iwo Jima y la 22ª Unidad Expedicionaria de los Infantes de Marina, dependientes del Comando Sur de EE UU. Fuentes de Defensa, que solicitaron anonimato, confirmaron a la CNN que esta operación se venía preparando durante las últimas tres semanas como parte de un reposicionamiento de activos militares en la región.
La Marina de EE UU ha confirmado la presencia del USS Iwo Jima, el USS Fort Lauderdale y el USS San Antonio en aguas internacionales, aunque no ha especificado sus destinos exactos. Adicionalmente, se han destinado al Comando Sur submarinos nucleares de ataque, aviones de reconocimiento, varios destructores y un crucero.
Fuentes adicionales señalan que estos refuerzos están diseñados para «abordar las amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos provenientes de organizaciones narcoterroristas», especialmente aquellas designadas como tales por Washington. Desde que la administración Trump catalogó a los principales cárteles de la droga como «organizaciones terroristas extranjeras» en enero, la presión sobre los grupos responsables de la introducción de fentanilo en EE UU se ha intensificado. El presidente ha utilizado este argumento para justificar la imposición de aranceles a México y Canadá por su supuesta falta de cooperación en el control del flujo de drogas.
Informes recientes indican que la movilización actual es, en gran medida, una demostración de fuerza con el objetivo de enviar un mensaje disuasorio a los cárteles. Sin embargo, la presencia de estas unidades militares otorga al Pentágono un abanico de opciones estratégicas en caso de que el presidente ordene acciones directas contra objetivos específicos de narcotráfico.
A pesar de la demostración de poder, surgen dudas sobre la efectividad de los infantes de marina en la intercepción de cargamentos de drogas y la neutralización de rutas de suministro. Se prevé que, en estas tareas, dependan en gran medida de la Guardia Costera, cuya misión principal es la aplicación de la ley marítima.
Este despliegue se suma a la presencia de destructores estadounidenses en aguas cercanas a la frontera con México, ordenada en marzo para apoyar la seguridad fronteriza del Comando Norte. Los nuevos activos, sin embargo, operarán bajo el Comando Sur durante los próximos meses.
Un memorando del secretario de Defensa, Pete Hegseth, instruye al Pentágono a «sellar nuestras fronteras, repeler formas de invasión, incluida la migración masiva ilegal, el tráfico de drogas, el contrabando y la trata de personas y otras actividades criminales, y deportar a extranjeros ilegales en coordinación con el Departamento de Seguridad Nacional».
Las intervenciones militares y económicas de EE UU en América Latina, consideradas a menudo como la aplicación de la doctrina Monroe, han sido una constante a lo largo de la historia, generando tensiones regionales. La reciente orden de Trump de emplear al ejército contra el crimen organizado ha reavivado estas preocupaciones, especialmente en México, que ha rechazado categóricamente la entrada de tropas estadounidenses en su territorio para combatir a los cárteles.