El Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) de Cuba ha declarado que el país respeta los acuerdos migratorios con Estados Unidos, a pesar del evidente deterioro en las relaciones bilaterales. Sin embargo, en un giro que eleva la tensión, el régimen cubano también ha acusado directamente a la Casa Blanca de provocar un escenario de confrontación militar. Estas afirmaciones se producen en un contexto de profunda crisis interna en la isla, lo que lleva a algunos analistas a interpretar estas declaraciones como una estrategia para desviar la atención.
Johana Tablada, subdirectora para asuntos estadounidenses del MINREX, fue la encargada de lanzar estas acusaciones durante una rueda de prensa en la embajada cubana en Washington. Tablada afirmó que la administración Trump está creando un escenario propicio para una «confrontación militar», una maniobra que algunos observadores ven como un intento de reforzar la narrativa de asedio externo y minimizar las responsabilidades del gobierno cubano en la grave situación que atraviesa el país.
Cuba se Presenta como «El Adulto en la Sala» Mientras Culpa a EEUU
Durante su intervención, Tablada arremetió contra las políticas de «presión máxima» implementadas por el gobierno estadounidense, sosteniendo que estas tienen como objetivo asfixiar la economía cubana, provocar hambre y, consecuentemente, desencadenar una nueva oleada migratoria masiva. «Cuando digo que Cuba es el adulto en la sala, no exagero», declaró la funcionaria, en un tono que combinaba una aparente arrogancia diplomática con un discurso de victimización estatal.
MINREX: Cuba cumple acuerdos migratorios con EEUU y está dispuesta a dialogar sobre todos los temas, incluyendo DDHH. pic.twitter.com/nF2aV3n5cK
— Johana Tablada de la Torre (@JohanaTablada) May 29, 2024
Lo que la funcionaria cubana omitió en su discurso es el impacto devastador que el propio modelo económico cubano ha tenido sobre su población. La isla enfrenta una inflación descontrolada, salarios en caída libre, un colapso generalizado de los servicios básicos y una persistente represión política. Son precisamente estas condiciones internas las que han convertido la migración en la única vía de escape para cientos de miles de ciudadanos, configurando el mayor éxodo desde 1959.
Acusaciones Sin Autocrítica y un Discurso para Consumo Internacional
En sus declaraciones, Johana Tablada acusó a Washington de rechazar todas las propuestas de diálogo presentadas por La Habana y de haber suspendido las conversaciones migratorias. Sostuvo que Cuba sigue cooperando mediante la aceptación de vuelos con ciudadanos deportados –cinco desde que Trump volvió al poder en enero– e incluso ha autorizado el sobrevuelo de aviones cazahuracanes estadounidenses sobre su territorio.
No obstante, mientras el régimen cubano insiste en su supuesta disposición al diálogo, continúa responsabilizando a Estados Unidos de todos sus problemas, desde la crisis económica hasta la emigración masiva. Tablada llegó a sugerir que el éxodo podría incrementarse si se mantienen las sanciones contra el programa de exportación de médicos cubanos, uno de los principales pilares financieros del gobierno, a pesar de las múltiples denuncias internacionales por violación de derechos laborales y coerción asociadas a este programa.
Aunque el gobierno cubano afirma seguir cumpliendo con los acuerdos migratorios con EEUU de 1984 y estar dispuesto a conversar «de todos los temas, incluso de derechos humanos», no ha mostrado ninguna voluntad real para frenar la represión interna ni para permitir espacios de expresión crítica y disenso. En lugar de asumir su responsabilidad en la actual crisis migratoria, La Habana opta por culpar a Washington, al tiempo que amenaza con el colapso de la estabilidad regional si no se le otorgan concesiones diplomáticas o económicas.
La estrategia del régimen parece clara: proyectar una imagen de «racionalidad» y «víctima del imperialismo» frente a un supuesto Estados Unidos beligerante. Esta narrativa busca ocultar que la desesperación migratoria tiene su origen fundamental en la parálisis estructural del modelo económico cubano, el deterioro generalizado de las condiciones de vida y la sistemática represión de cualquier iniciativa ciudadana independiente. Recientemente, la dictadura incluso acusó al diplomático estadounidense Mike Hammer de «injerencia» por haberse reunido con madres de presos políticos y periodistas independientes en la isla.
En esencia, el discurso oficial cubano se presenta como una operación de propaganda. Mientras se pide diálogo, se niegan derechos fundamentales. Mientras se clama por respeto, se reprime el disenso. Y mientras se dice respetar los acuerdos migratorios con EEUU, se convierte el éxodo en una herramienta de presión política. Acusar a Estados Unidos de buscar una intervención militar no es más que otra maniobra de distracción, diseñada para justificar la falta de reformas internas y endurecer el control sobre la población.