Brotes de enfermedades transmitidas por mosquitos y prolongados apagones agravan la emergencia en provincias orientales.
Tras el paso devastador del huracán Melissa, Cuba no solo enfrenta inundaciones y rescates, sino también una crisis sanitaria inminente y un colapso energético que mantiene a miles de hogares a oscuras. En la provincia de Ciego de Ávila, la situación epidemiológica es alarmante. Las autoridades de salud confirmaron la circulación simultánea de dengue (con los serotipos 2, 3 y 4), Oropouche y Chikungunya, un cóctel de virus que eleva el riesgo de formas graves y complicaciones en la población. El Dr. Kesnel Lima Ruíz, director provincial de Salud, advirtió sobre la necesidad de seguimiento médico para quienes han sufrido estas enfermedades, ya que pueden desarrollar secuelas hepáticas y otras complicaciones hasta tres meses después. Sin embargo, el sistema de salud carece de recursos, personal y medios diagnósticos para garantizar ese control.
Las intensas lluvias del huracán han creado el caldo de cultivo perfecto para la proliferación del mosquito Aedes aegypti, vector transmisor de estas enfermedades. Barrios enteros en municipios como Ciro Redondo permanecen con aguas estancadas y pestilentes, mientras los vecinos denuncian la ausencia total de fumigación y una respuesta institucional mínima y reactiva. Las campañas de control vectorial, otrora masivas, hoy son esporádicas o inexistentes debido a la falta de combustible y personal. A esto se suma que el gobierno, lejos de actuar de manera preventiva, se limita a emitir exhortaciones y a culpar al clima y a la «indisciplina social» por el avance de las enfermedades, omitiendo su responsabilidad en el deterioro del sistema sanitario.
Paralelamente, la crisis energética se agudiza. La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) advirtió que el país enfrentará nuevos y prolongados apagones debido a la falta de capacidad de generación. El oriente del país permanece prácticamente desconectado del Sistema Electroenergético Nacional, con 653 megawatts fuera de servicio como consecuencia directa del huracán. La disponibilidad actual del sistema es de apenas 1.050 MW frente a una demanda de 1.910 MW, lo que provoca un déficit de 860 MW. Para el pico nocturno, se prevé una afectación de hasta 1.172 MW. En provincias como Santiago de Cuba y Granma, las empresas eléctricas han pedido «paciencia» a la población, explicando que el restablecimiento será un proceso gradual, priorizando hospitales, bombeo de agua y centros de evacuación. Mientras tanto, miles de cubanos, especialmente en el oriente, enfrentan la emergencia sin electricidad, agua potable y con el fantasma de las enfermedades acechando, en un escenario donde la recuperación se vislumbra lenta y llena de obstáculos.















