La crisis sanitaria en la isla, con hospitales sin medicamentos y brotes epidémicos, transforma las vacaciones en una pesadilla para los visitantes extranjeros
Viajar a Cuba como turista en 2025 implica exponerse a un sistema sanitario en colapso total, donde una simple complicación médica puede convertirse en una tragedia. El caso del español Pedro Daniel Bernad, de 51 años, hospitalizado en estado crítico en Santa Clara sin acceso al antibiótico que necesita, ejemplifica esta alarmante realidad. Bernad llegó a la isla en octubre y una semana después fue operado de urgencia dos veces por un vólvulo intestinal. Su familia ha tenido que buscar por sus propios medios la colistina, un fármaco vital que no existe en el hospital.
Su situación no es aislada: turistas canadienses y europeos han reportado experiencias similares, con hospitales sin electricidad, analgésicos ni condiciones higiénicas básicas. El propio ministro de Salud cubano reconoció que solo dispone del 30% del cuadro básico de medicamentos. Con brotes simultáneos de dengue, chikungunya y oropouche, y alertas de viaje emitidas por Estados Unidos y Canadá, la imagen paradisíaca de Cuba oculta una emergencia sanitaria que convierte el turismo en un acto de alto riesgo.














