La suspensión de dos peloteros y dos entrenadores por pelotazos intencionales, gestos obscenos y agresiones verbales a árbitros evidencia un clima de tensión y falta de control disciplinario en el deporte nacional.
El béisbol cubano, considerado el deporte nacional, se ve sacudido por una nueva ola de incidentes que manchan su imagen. Recientemente, dos jugadores y dos entrenadores fueron sancionados por comportamientos antideportivos durante un partido entre los equipos de Mayabeque y Las Tunas. El lanzador Yoelkis Cruz fue suspendido por cinco juegos por un pelotazo intencional, mientras que su compañero de equipo, Diosmel Hurtado, recibió la misma sanción por realizar gestos obscenos al público.
Por su parte, los entrenadores Rigoberto Hernández (Mayabeque) y Jorge Miranda (Granma) fueron sancionados por cinco y diez juegos, respectivamente, por ofensas y protestas vehementes contra los árbitros. Estos hechos se suman a un preocupante escándalo reciente: la presunta agresión con un bate del mánager de Sancti Spíritus, Eriel Sánchez, contra el comisario técnico Miguel Rojas Rodríguez, quien resultó con heridas que requirieron puntos de sutura. Este clima de violencia y falta de deportividad parece hacerse recurrente, luego de que en junio pasado diez peloteros fueran expulsados tras una bronca masiva en un partido juvenil.














