La familia de Luis Fabián Rojas Rodríguez, un niño de apenas 11 años, exige justicia tras su trágico fallecimiento el 7 de octubre de 2024. Su muerte, ocurrida en el Hospital Pediátrico de Centro Habana, es el resultado de una presunta cadena de errores y omisiones que pone de manifiesto las graves fallas del sistema sanitario. Este caso, documentado con desgarradores testimonios por el medio CubaNet, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la negligencia médica en Cuba.
Crónica de un Diagnóstico Fallido
La tragedia comenzó el 20 de agosto de 2024, cuando Luis Fabián fue llevado al médico con un fuerte dolor abdominal. A pesar de que los síntomas apuntaban a una apendicitis, el personal médico, descrito como recién graduado, lo envió a casa. El diagnóstico fue un supuesto cuadro viral compatible con el virus Oropouche, sin realizarle análisis ni estudios de imagen. El error fue fatal. En menos de 48 horas, el niño no podía comer y el dolor era insoportable. El 22 de agosto, sus padres lo llevaron de urgencia al Hospital Pediátrico, donde se confirmó la apendicitis perforada. Pese a la urgencia, fue operado doce horas después de su ingreso.
Una Cadena de Errores Postoperatorios
Tras la cirugía, Fabián mostró una mejoría aparente, pero pronto aparecieron fiebres persistentes. Su madre, Mailyn Rodríguez Hechavarría, relató que los médicos minimizaron los síntomas y trasladaron al niño de terapia intensiva a salas de menor cuidado sin realizar cultivos para detectar infecciones. La familia sospecha que los antibióticos no eran efectivos o ni siquiera se los administraban correctamente.
“Venían con la jeringuilla cargada de agua, en lugar del antibiótico. Esa es la única explicación para que Fabián no rebasara la infección”, afirmó su hermana, Melissa Rojas, a CubaNet.
La precariedad de recursos quedó en evidencia cuando, ante la falta de una cánula adecuada, el personal médico le improvisó una con la tapa de un pomo.
Complicaciones Fatales y Silencio Institucional
El 2 de septiembre, once días después de la primera cirugía, Fabián fue operado de nuevo. El retraso fue letal: ya sufría una sepsis generalizada. En el quirófano encontraron hematomas internos, presuntamente causados en la primera intervención. A partir de ahí, su salud se desplomó. Sufrió fallos renales, paros respiratorios y, para agravar la situación, le perforaron el esófago durante una intubación y posteriormente un pulmón al colocarle una sonda. Según la madre, estos procedimientos invasivos se realizaron sin su consentimiento informado.
La familia presentó una queja formal ante el Ministerio de Salud Pública. En una reunión con una comisión médica liderada por la Dra. Katherine Chivás Pérez, otra doctora, identificada como Milagros, reconoció «accidentes» pero negó la negligencia, atribuyendo el problema a una «falta de comunicación». Los padres rechazaron esta explicación y anunciaron que escalarían el caso a la Comisión Médico-Penal, sin haber recibido respuesta hasta la fecha.
La Exigencia de Justicia Frente al Sistema
La familia no se rinde en su búsqueda de responsables por la muerte de su hijo. Sostienen que hubo un desinterés absoluto por salvar su vida y exigen que se asuman las consecuencias. “No hubo ningún interés por salvar la vida de mi hijo”, denunció el padre. La hermana de Fabián concluyó con una demanda clara y contundente: «Tiene que haber una consecuencia, tiene que haber una reparación para nosotros, los familiares. Por la vida de nuestro niño que se perdió”.
Un comentario
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