El régimen cubano ha dado un giro alarmante en su discurso sobre las drogas sintéticas al reconocer oficialmente la circulación de una versión mucho más letal del llamado «químico» en Cuba. Esta peligrosa sustancia, que se distribuye comúnmente en papeles atomizados, ahora contiene, según admiten peritos del Ministerio del Interior (Minint), componentes altamente tóxicos como fentanilo, formol, anestésicos para animales, benzodiacepinas y fenobarbital.
Este reconocimiento, destacado en un reportaje del medio oficialista Cubadebate, marca un cambio significativo respecto a la postura previa de las autoridades, que tendían a minimizar la gravedad y la extensión de este fenómeno. Lejos de ser un problema aislado, se admiten ahora hospitalizaciones por sobredosis, un incremento en los procesos penales vinculados al narcotráfico y un patrón de consumo creciente, especialmente entre los jóvenes cubanos.
Composición y Peligros Devastadores del Nuevo «Químico» en Cuba
La capitana Leidy Laura Aragón Hernández, especialista en Toxicología del Laboratorio Provincial de Criminalística, explicó a medios estatales que esta nueva y más potente versión del «químico» en Cuba es fabricada en laboratorios clandestinos fuera del país. La droga llega a la isla camuflada principalmente impregnada en papel, oculta en envíos de bisutería o mezclada entre plantas aromáticas como el orégano, lo que complica enormemente su detección por parte de las autoridades.
Un factor que incrementa exponencialmente el peligro es que cada lote de esta droga puede diferir drásticamente del anterior en su composición y concentración, lo que eleva el riesgo de intoxicaciones fatales e impredecibles. “El químico produce efectos devastadores. Es entre 50 y 100 veces más potente que el THC de la marihuana. Una sola dosis puede provocar taquicardias severas, hipertensión aguda y crisis psicóticas. En algunos casos, los consumidores han sufrido episodios de desinhibición extrema, llegando incluso a desnudarse en la vía pública sin ser conscientes de sus actos”, afirmó la perito.
Los testimonios de víctimas y familiares reflejan con crudeza el impacto demoledor que el «químico» en Cuba está teniendo en la sociedad. Ismael, un joven de 21 años, relata cómo empezó consumiendo “por curiosidad, en la esquina del barrio”, para luego caer en un descenso vertiginoso hacia la adicción: “Vendí hasta mis prendas. Me sentía bien, pero después era solo desesperación. Pensé que iba a morir”. En el caso de Javier, de 24 años, el consumo de esta droga significó un año de aislamiento, violencia y ruina personal: “Me dejó sin dinero, sin dignidad, sin familia. Lloraba tirado en el suelo, sin poder parar. Mi esposa me suplicaba que lo dejara, pero yo ya no controlaba nada”, confiesa. Hoy, tras varios meses limpio, su mensaje es claro y contundente: “El químico no es un juego. Es una bomba que destruye familias, salud, sueños. Ni siquiera lo prueben”.
Expansión Incontrolada y Respuesta Insuficiente del Régimen
Los operativos del Minint confirman que el «químico» en Cuba ya no es un fenómeno marginal o limitado a ciertos círculos, sino una amenaza extendida que afecta a todos los sectores sociales y que, hasta ahora, el régimen no ha logrado controlar eficazmente. En Sancti Spíritus, una de las provincias más envejecidas del país, agentes encubiertos lograron detener en mayo de 2024 a una joven procedente de La Habana que transportaba más de 400 dosis de la sustancia. La droga, impregnada en orégano, iba a ser distribuida entre jóvenes de la zona. Junto a ella fue arrestado un joven espirituano encargado de su venta.
El jefe provincial de la unidad antidrogas, teniente coronel Iván Ruiz Mata, precisó que la droga detectada proviene mayoritariamente de la capital del país y que su bajo costo, entre 200 y 300 pesos cubanos por dosis, la convierte en una opción peligrosamente asequible para muchos adolescentes. “Antes los espirituanos evitaban las drogas duras, pero esto ha cambiado. Hoy, el 90 por ciento de quienes prueban el químico quedan enganchados tras la primera dosis”, aseguró el oficial, una estadística alarmante.
El fiscal jefe de Procesos Penales de la provincia, Yoan Leonel Pereira Bernal, informó que en el primer trimestre de 2025 se abrieron cinco procesos penales relacionados con drogas, en comparación con uno solo en el mismo período del año anterior, otro síntoma evidente del incremento del problema. Las penas por estos delitos oscilan entre cuatro y treinta años de cárcel, dependiendo del rol del implicado y la gravedad del delito. “El que transporta, introduce, fabrica o comercializa drogas enfrenta sanciones severas. Pero también hay un agravante claro cuando se utiliza a menores de edad en el proceso. En esos casos se suma el delito de corrupción de menores”, explicó el fiscal, quien también alertó sobre el fenómeno del “consumo compartido”, donde un adicto adquiere la droga y la reparte entre amigos, lo que ya se considera tráfico.
La historia de Kenia, de 23 años, condenada a siete años de prisión por tráfico de drogas tras ser detenida intentando distribuir papel impregnado en «químico» en Cuba, evidencia esta cruda realidad: “Me guié por amistades equivocadas. Pensé que no pasaría nada. Ahora estoy presa, mis padres enfermaron, y mi vida quedó en pausa”.
Una Crisis Nacional que Supera las Medidas Preventivas
El régimen cubano, presionado por la visible proliferación del consumo y la creciente preocupación social, ha comenzado a desplegar algunas acciones preventivas en bares privados, discotecas y centros educativos. El director de Educación en Sancti Spíritus, Andrei Armas Bravo, reconoció que, si bien no se han detectado casos de tráfico dentro de las escuelas –según su testimonio–, sí hay estudiantes implicados en hechos de consumo fuera del entorno escolar. “Hay que trabajar con la familia. Es el núcleo donde comienza la prevención. Nosotros tenemos identificado dónde están los focos principales y allí estamos reforzando el trabajo preventivo, sobre todo en secundaria básica y preuniversitario”, explicó el funcionario.
Sin embargo, más allá de operativos policiales, controles esporádicos o campañas escolares, el problema del «químico» en Cuba exige una mirada mucho más profunda y soluciones integrales. Esta droga ya está presente en la isla y se está cobrando vidas, afectando la salud mental y truncando proyectos de futuro, todo ello en medio de un contexto de colapso institucional y una preocupante ausencia de políticas públicas eficaces en materia de salud, prevención y rehabilitación de adicciones.
La admisión del régimen sobre la composición real y el alarmante alcance del «químico» en Cuba constituye una señal de alerta que no puede ser ignorada. Ya no se trata de un fenómeno foráneo o anecdótico: es una crisis nacional que está echando raíces en barrios, centros recreativos y hogares cubanos, ante la mirada atónita y desgastada de una sociedad que enfrenta múltiples carencias.
Preguntas Esenciales sobre el «Químico» y su Impacto en Cuba
¿Qué es exactamente el «Químico» que circula en Cuba y por qué es tan peligroso?
El «químico» en Cuba es una droga sintética, clasificada dentro del grupo de los cannabinoides sintéticos. Está diseñada para imitar los efectos de la marihuana pero con una potencia y peligrosidad exponencialmente mayores. Su producción es clandestina y su nueva versión incluye compuestos altamente tóxicos como fentanilo, formol, anestésicos de uso animal, benzodiacepinas y fenobarbital, lo que incrementa dramáticamente el riesgo de intoxicaciones agudas y sobredosis fatales. Sus efectos pueden ser devastadores, incluyendo taquicardias, hipertensión, convulsiones, alucinaciones severas y daño neurológico irreversible.
¿Cómo se ha propagado el consumo del «Químico» en la isla?
El consumo del «químico» en Cuba se ha expandido rápidamente, en gran medida debido a su producción y distribución clandestina y a su relativo bajo costo (entre 200 y 300 CUP por dosis), lo que lo hace accesible para muchos jóvenes. La droga se distribuye de formas discretas, como en papeles atomizados o camuflada en objetos cotidianos como bisutería o entre plantas aromáticas. Su fácil acceso y el grave impacto social que genera han convertido al «químico» en Cuba en una crisis nacional, afectando especialmente a adolescentes y jóvenes de sectores vulnerables.
¿Qué acciones está tomando el gobierno cubano frente al tráfico de esta droga?
El gobierno cubano ha declarado haber intensificado los operativos policiales y endurecido las sanciones penales contra el tráfico del «químico» en Cuba. Se han reportado arrestos y juicios con penas que pueden llegar hasta los 30 años de prisión. Además, se menciona la creación de un Observatorio Nacional de Drogas para monitorear el consumo y tráfico de estupefacientes. Sin embargo, muchos observadores y ciudadanos consideran que las estrategias actuales, enfocadas principalmente en la represión, son insuficientes y demandan un enfoque más integral que priorice la prevención, la educación y la rehabilitación.
¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo del consumo del «Químico»?
El consumo prolongado del «químico» en Cuba puede causar daños severos e irreversibles en la salud mental y física de los usuarios. A largo plazo, los consumidores pueden desarrollar trastornos psiquiátricos como ansiedad crónica, psicosis y alucinaciones persistentes, así como sufrir graves afectaciones orgánicas, incluyendo insuficiencia renal, hepática y cardíaca. La droga tiene un altísimo potencial de adicción, lo que agrava sus efectos destructivos en la vida de quienes la consumen y sus familias.