Organizaciones comunitarias y líneas de ayuda mantienen a la población informada y preparada frente a operativos migratorios
El envío de 200 soldados de la Guardia Nacional de Texas al área de Chicago no ha generado, por el momento, las tensas escenas vividas en junio en Los Ángeles, donde más de 4.000 efectivos se desplegaron y hubo enfrentamientos con manifestantes. La diferencia, según activistas locales, radica en la experiencia y organización de la comunidad, que cuenta con líneas de ayuda telefónica, grupos de respuesta rápida y decálogos de derechos distribuidos en barrios latinos como La Villita y Pilsen.
Evelyn Vargas, de la Coalición de Illinois por los Derechos de los Inmigrantes y Refugiados (ICIRR), explicó que los residentes están mejor informados: saben no abrir la puerta sin orden de cateo, no firmar documentos y permanecer en silencio hasta contar con un abogado. Aunque el presidente Donald Trump se ha referido a Chicago como una «zona de guerra», las estadísticas oficiales muestran descensos en homicidios y otros delitos. Aún así, escuelas como la Primaria Funston han implementado «corredores seguros» para proteger a niños migrantes tras incidentes con gases lacrimógenos cerca de sus instalaciones.














