Los tres millones de dólares en asistencia del Servicio Católico de Ayuda y la Arquidiócesis de Miami serán coordinados con autoridades de la isla, generando preocupación sobre su distribución efectiva
El gobierno cubano anunció oficialmente que participará en la distribución de los tres millones de dólares en ayuda humanitaria gestionados desde Estados Unidos para los afectados por el huracán Melissa, un movimiento que evidencia las tensiones entre la solidaridad internacional y el control estatal en la isla.
Según informó el Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX), la asistencia —proveniente del Servicio Católico de Ayuda (Catholic Relief Services) y la Arquidiócesis de Miami— «se coordinará con las autoridades cubanas para una entrega rápida y efectiva». El comunicado destacó la «experiencia histórica de cooperación con la Iglesia Católica» en labores humanitarias, aunque no precisó el grado exacto de participación estatal en la distribución.
La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y Cáritas Nacional confirmaron que se realizan las coordinaciones necesarias para garantizar la llegada del donativo. Sin embargo, la intervención gubernamental genera inquietud, ya que Washington había expresado su deseo de que la ayuda llegara directamente a las familias afectadas, sin intermediarios oficiales.
Los antecedentes alimentan la preocupación: en ocasiones anteriores, la intervención estatal ha ralentizado o restringido la distribución de recursos internacionales, especialmente cuando provienen de organizaciones religiosas o entidades estadounidenses.
Miles de familias en el oriente cubano continúan sufriendo los estragos del huracán Melissa: viviendas destruidas, comunidades aisladas, y falta de electricidad, agua potable y alimentos. En este contexto, el tiempo y la transparencia en la entrega de la ayuda serán factores determinantes.
El donativo a Cuba forma parte de un paquete regional de 24 millones de dólares en asistencia humanitaria para los países caribeños más afectados por el ciclón, que incluye a Jamaica (12 millones), Haití (8.5 millones), Cuba (3 millones) y Bahamas (500,000 dólares). El desafío ahora será garantizar que la ayuda llegue efectivamente a quienes la necesitan, más allá de los controles y la burocracia estatal, en una Cuba donde la recuperación post-desastre se mezcla con una crisis económica profunda.













