En una extensa entrevista, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel ha ofrecido su visión sobre la aguda situación que vive el país, generando un discurso de doble cara. Por un lado, defendió el sistema político asegurando que en la isla «hay democracia» y responsabilizó a un «enemigo» externo de capitalizar el malestar social. Por otro, en un acto poco común, admitió la existencia de graves errores internos que han profundizado la crisis.
Las polémicas declaraciones de Díaz-Canel sobre la crisis en Cuba fueron ofrecidas al periodista brasileño Breno Altman y transmitidas desde el Palacio de la Revolución. El mandatario insistió en que existe una «Cuba virtual» en redes sociales que no refleja la realidad, culpando a «plataformas de odiadores» de magnificar el descontento.
La defensa del modelo y la culpa al «enemigo»
Díaz-Canel mantuvo la narrativa oficial al afirmar que el sistema cubano garantiza la participación popular, a pesar de la ausencia de partidos opositores legales y la persecución a la prensa independiente. Un ejemplo concreto de esta visión fue su análisis del reciente rechazo estudiantil al alza de tarifas de internet impuestas por la empresa estatal ETECSA.
Según el mandatario, aunque hubo un debate real, existió una «operación intensa» del exterior para manipular la situación. «El enemigo y la plataforma de odiadores vio que existía el descontento y fue a capitalizarlo», sentenció, sin aportar pruebas de dichas campañas. Esta postura contrasta con la percepción de miles de cubanos que ven la subida de precios como una afrenta en medio de una crisis económica asfixiante.
Un inusual reconocimiento de errores internos
A pesar de señalar al «bloqueo criminal» de Estados Unidos como la causa «fundamental» de los problemas, Díaz-Canel hizo un sorprendente gesto de autocrítica. Reconoció que la crisis actual también es consecuencia de fallos en su propia gestión.
«Sería deshonesto decir que no se han cometido errores. Es imposible no cometer errores cuando se trabaja bajo estas presiones», confesó el mandatario.
Admitió una «coincidencia de incongruencias y errores» en la aplicación de medidas económicas que no lograron el impacto deseado. Entre los fallos, mencionó explícitamente varios problemas estructurales:
- La fallida Tarea Ordenamiento, una reforma económica que disparó la inflación.
- La persistente mentalidad importadora del país.
- La falta de inversión estratégica en agricultura y fuentes de energía renovables.
- Graves problemas de corrupción, ineficiencia administrativa y fuga de profesionales.
El deterioro de las «conquistas» de la Revolución
El diagnóstico de Díaz-Canel se tornó aún más sombrío al abordar los pilares del sistema. Reconoció que los dos mayores problemas actuales son el déficit energético, con termoeléctricas de más de 40 años de obsolescencia, y la inseguridad alimentaria, admitiendo que no se han hecho las inversiones necesarias para sostener la canasta básica.
Incluso las «conquistas» históricas como la salud y la educación han sufrido un grave deterioro. Indicó que más del 70% del cuadro básico de medicamentos está desabastecido y que la mortalidad infantil, un indicador emblemático, ha empeorado. En educación, habló del éxodo de maestros y la falta de recursos básicos. A pesar de todo, insistió en que el socialismo es la única alternativa para Cuba, un llamado a la resistencia que choca con el creciente escepticismo de una población agotada.