La Habana, Cuba – La desaparición de Mery, una anciana de Alamar con diabetes y pérdida de memoria, culminó en un trágico desenlace que sacude a la comunidad cubana y pone en el ojo del huracán la fragilidad de los sistemas de búsqueda de personas vulnerables en la isla. Tras varios días de una intensa y desesperada campaña en redes sociales liderada por su familia, Mery fue hallada sin vida bajo el puente de Bacuranao, en un suceso que reabre el debate sobre la protección de los más desvalidos.
Como periodista que ha seguido de cerca la diáspora cubana y las políticas migratorias, siempre he notado que, a pesar de las distancias geográficas, las comunidades se mantienen increíblemente conectadas. Y en momentos como este, esa conexión se vuelve una tabla de salvación. La historia de Mery es un eco de muchas otras que, lamentablemente, he tenido que cubrir a lo largo de mi carrera: la angustia de las familias, la ineficacia de los canales oficiales y la increíble capacidad del cubano para «resolver» —o al menos intentarlo— usando las herramientas que tiene a mano, en este caso, las redes sociales.
Una Búsqueda Desesperada en la Capital Cubana
La noticia del hallazgo de Mery sin vida fue confirmada el pasado domingo, sumiendo en el luto a su familia y a cientos de personas que se habían sumado a la búsqueda a través de plataformas digitales. Fue su nieta menor, Gaby Mena, quien mantuvo informada a la comunidad desde el grupo de Facebook «alamar la zona», convirtiendo la plataforma en el epicentro de la esperanza y, finalmente, de la devastación.
El llamado inicial de Gaby el 4 de septiembre, alertando que su abuela había salido de casa en Alamar y no había regresado, encendió las alarmas. La preocupación era máxima: Mery no solo era una anciana, sino que padecía diabetes y una severa pérdida de memoria, condiciones que la hacían extremadamente vulnerable en un entorno urbano complejo y con escasas infraestructuras de apoyo para estos casos. La dependencia de medicación diaria añadía una capa más de urgencia a una situación ya de por sí crítica.

En su mensaje de despedida, Gaby Mena expresó su «profunda tristeza y pesar», agradeciendo sinceramente a todos los que brindaron su apoyo. Un gesto que subraya la fuerza de la comunidad en momentos de debilidad institucional. «Hoy más que nunca, acompañamos a la familia en su dolor y les pedimos respeto y privacidad en este momento tan duro», rezaba el comunicado.
La Cruda Realidad de las Desapariciones de Ancianos en Cuba
La tragedia de Mery no es un caso aislado. Es un doloroso recordatorio de una problemática creciente en Cuba: la desaparición de personas vulnerables, especialmente ancianos con enfermedades mentales o crónicas, en un país que carece de protocolos claros y eficientes para su búsqueda. Como he podido observar durante mi estancia en España y ahora en Estados Unidos, los países con sistemas más robustos implementan alertas tempranas y coordinan esfuerzos interinstitucionales. En Cuba, sin embargo, la carga recae casi exclusivamente sobre los hombros de las familias y la buena voluntad de los ciudadanos.
El vacío institucional es palpable. Mientras en otras latitudes existen mecanismos como la «Alerta Amber» para menores o sistemas de emergencia para adultos mayores con demencia, en Cuba la respuesta oficial suele ser lenta y, a menudo, insuficiente. Esto obliga a las familias a convertirse en detectives, publicistas y coordinadores de búsqueda, una labor extenuante y emocionalmente devastadora.

La nieta de Mery no dudó en dar parte a la Policía, pero la experiencia me dice que la efectividad de estas denuncias a menudo se ve mermada por la falta de recursos, personal o la prioridad de otros problemas en un contexto de crisis generalizada. No es que las autoridades no quieran actuar, es que las herramientas disponibles son limitadas en extremo. Durante mis años en La Habana, fui testigo de cómo la burocracia podía paralizar incluso las gestiones más urgentes, y la búsqueda de una persona es, sin duda, una carrera contra el tiempo.
El Papel Crucial de las Redes Sociales
En la ausencia de un sistema oficial robusto, las redes sociales se han transformado en la principal, si no la única, herramienta eficaz para la búsqueda de desaparecidos en Cuba. Grupos de Facebook como «alamar la zona» y cadenas de WhatsApp se activan en cuestión de horas, difundiendo fotografías, datos personales y cualquier información relevante. Este fenómeno, que también observo en la diáspora para organizar ayudas y campañas, es una muestra de la resiliencia y la solidaridad del pueblo cubano.

La historia de Gaby Mena y Mery no es la primera, y lamentablemente, no será la última. Recientemente, otros casos han captado la atención pública: desde una mujer de 88 años encontrada con signos de violencia, hasta el persistente clamor por José Verdecia, desaparecido desde hace semanas. Estos incidentes revelan un patrón preocupante y una necesidad imperante de que las autoridades cubanas implementen protocolos de búsqueda y localización de personas que estén a la altura de la dignidad y la vida de sus ciudadanos.
La hermana de Mery, Yadira Simpson, desde Hialeah, Florida, no dudó en alzar su voz. En sus palabras se refleja la impotencia que se siente desde la distancia. «Esa señora estaba siendo cuidada y atendida por la mejor hija del mundo. Lamentablemente, esa enfermedad hace que las personas que la padecen se comporten como niños, que no miden el peligro», declaró. Su comentario, que escucho tan a menudo en mi comunidad en Miami, resalta el amor y la dedicación familiar que muchas veces choca con la dura realidad de la falta de infraestructura y apoyo social en Cuba.

Demandas y Perspectivas Futuras
El caso de Mery, y otros tantos similares, debería ser un catalizador para un cambio urgente. Las familias, y la sociedad cubana en general, demandan la creación de un sistema de alertas públicas eficaz, la capacitación de las fuerzas policiales en la búsqueda de personas vulnerables y la implementación de protocolos que garanticen una respuesta rápida y coordinada entre diferentes instituciones. La clave está en comprender que cada hora cuenta, especialmente cuando se trata de la vida de un anciano desorientado o un enfermo crónico.
La solidaridad ciudadana es admirable y necesaria, pero no puede ser la única solución. En mi experiencia como periodista, he aprendido que la esperanza nace de la acción y de la visibilidad de los problemas. Mantener estos temas en la conversación pública es vital para presionar por esos cambios estructurales que tanto necesita la isla.
Conclusión: Un Llamado a la Acción y la Reflexión
La historia de Mery es un trágico recordatorio de la vulnerabilidad de nuestros mayores en un entorno de carencias institucionales. Es una narrativa que, para mí, como cubano que ha vivido la migración, resuena profundamente. Me hace pensar en la «otra orilla» y en cómo, a pesar de las dificultades, el espíritu de comunidad y la familia siguen siendo el pilar fundamental. Pero también me lleva a reflexionar sobre lo mucho que falta por hacer para proteger a los que más lo necesitan.
Mientras la familia de Mery se retira en su duelo, la comunidad cubana, tanto dentro como fuera de la isla, debe seguir insistiendo en la necesidad de que se establezcan mecanismos reales y eficientes para evitar que otras familias pasen por la misma angustia. La vida de nuestros ancianos es un tesoro, y su protección debe ser una prioridad inquebrantable para cualquier sociedad que se precie de humana.
Preguntas Frecuentes sobre las Desapariciones de Personas Mayores en Cuba
¿Cuál fue el desenlace de la desaparición de Mery en La Habana?
Mery fue encontrada sin vida bajo el puente de Bacuranao en La Habana después de casi una semana de intensa búsqueda por parte de su familia y la comunidad. El hallazgo confirmó los peores temores, especialmente dada su condición de diabética y con pérdida de memoria. El caso generó un profundo dolor y cuestionamientos sobre la efectividad de los mecanismos de búsqueda en Cuba.
¿Qué carencias enfrenta Cuba en cuanto a la búsqueda de personas desaparecidas, especialmente ancianos?
Cuba carece de un sistema oficial eficiente y coordinado para la localización rápida y efectiva de personas desaparecidas, en particular de ancianos o individuos con enfermedades mentales. La mayoría de las búsquedas dependen de la iniciativa de las familias y la solidaridad ciudadana, quienes utilizan intensivamente redes sociales como Facebook y WhatsApp para difundir alertas y movilizar a la comunidad, supliendo así el vacío institucional.
¿Cómo ha respondido la comunidad cubana ante estos casos de desaparición?
La comunidad cubana se ha mostrado extremadamente solidaria y activa en la búsqueda de personas desaparecidas. Utilizan plataformas digitales para difundir alertas, compartir información y coordinar esfuerzos de búsqueda. Este espíritu de colaboración y apoyo mutuo ha sido crucial para mantener la esperanza y aportar recursos valiosos en la ausencia de un sistema estatal eficaz y centralizado.
¿Existen otros casos recientes de desapariciones en Cuba que reflejen un patrón?
Sí, existen varios casos recientes que demuestran un patrón preocupante de desapariciones de personas vulnerables en el país. Ejemplos incluyen una mujer de 80 años desaparecida por más de un mes en La Habana, una guantanamera desorientada, y el hallazgo sin vida de una mujer de 62 años. Estos incidentes resaltan la urgente necesidad de implementar protocolos claros y eficaces para la búsqueda de desaparecidos, más allá de la mera reacción ciudadana.