La tragedia volvió a golpear a Santiago de Cuba la noche del 4 de septiembre, cuando un hombre perdió la vida al intentar sustraer aceite dieléctrico de un transformador eléctrico. Este lamentable suceso, que además dejó a una comunidad sin servicio eléctrico, es un crudo recordatorio de la crisis energética en Cuba y la desesperación que empuja a los ciudadanos a arriesgarlo todo. Como periodista nacido en Santa Clara, que vivió los constantes apagones de mi juventud y que hoy reside en Miami observando con dolor la realidad de mi pueblo, cada noticia como esta resuena profundamente en mi memoria y en la experiencia de miles de cubanos dentro y fuera de la isla.
Un Riesgo Fatal por la Supervivencia en la Crisis Energética Cubana
El incidente tuvo lugar en la Carretera de Siboney, cuando el ciudadano hizo contacto con el «cierre de la estrella» del equipo. La Empresa Eléctrica provincial de Santiago de Cuba confirmó a través de su página de Facebook que el contacto fue fatal y provocó una interrupción inmediata del servicio en la finca La Fortaleza, que permaneció sin corriente durante horas. Este tipo de accidentes son, lamentablemente, cada vez más comunes y visibilizan la precariedad en la que viven muchos cubanos, obligados a buscar alternativas extremas ante la falta de recursos básicos.

El aceite de transformador, conocido técnicamente como dieléctrico o mineral, es un componente vital para la infraestructura eléctrica. Su función es doble: actúa como refrigerante para disipar el calor generado por el transformador y como aislante para prevenir cortocircuitos. Mi experiencia cubriendo temas de infraestructura me ha enseñado que la manipulación de estos equipos sin el conocimiento y las herramientas adecuadas es sinónimo de un riesgo extremo. Como bien explicó la Empresa Eléctrica, su extracción ilegal no solo puede generar fallos, explosiones e incendios, sino que también expone a quien lo manipula a descargas eléctricas mortales y a la exposición a sustancias tóxicas altamente dañinas para la salud.
El Contexto de la Desesperación: Una Crisis Energética en Cuba Profunda
Las autoridades cubanas suelen clasificar estos incidentes como «delitos contra la comunidad» que causan «pérdidas para el país». Sin embargo, esta visión simplifica una realidad mucho más compleja y dolorosa. Estos actos desesperados son un síntoma innegable del deterioro de las condiciones de vida en Cuba. La constante escasez de combustible, los prolongados apagones que asfixian el día a día y la falta de oportunidades económicas han empujado a una parte de la población a buscar soluciones peligrosas para el elemental «resolver» cubano, ese arte de buscarse la vida en medio de la adversidad. Como cubano, entiendo esa necesidad de “resolver”, pero el punto al que ha llegado es devastador.
«La tragedia no es un hecho aislado ni fruto solo de la desesperación individual: es la consecuencia directa de un sistema incapaz de garantizar combustible, electricidad ni condiciones mínimas de vida digna.»
— Yosmany Mayeta Labrada, periodista independiente
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, con quien he coincidido en varios foros sobre la realidad cubana, lo expresó con claridad en su cuenta de Facebook: la tragedia «no es un hecho aislado ni fruto solo de la desesperación individual: es la consecuencia directa de un sistema incapaz de garantizar combustible, electricidad ni condiciones mínimas de vida digna». Sus palabras, que comparto plenamente, van al centro del problema. El verdadero problema no reside en los transformadores, sino en la ineficiencia crónica y el abandono gubernamental que arrastra la isla.

Un Ciclo Vicioso de Riesgo y Escasez
La manipulación del aceite de los transformadores es particularmente peligrosa porque, como enfatizó Mayeta Labrada, no es un combustible doméstico. Intentar usarlo para fines domésticos es una práctica que raya en lo suicida. Sin embargo, la persistencia de estos incidentes demuestra hasta qué punto la población se siente acorralada. En un país donde hasta el gas de cocina es un lujo, y el acceso a gasolina es una odisea, algunas personas están dispuestas a pagar un precio altísimo por un momento de «alivio», a pesar de las advertencias.
Este no es un problema nuevo. En noviembre pasado, un robo de 300 litros de aceite dieléctrico en Dos Caminos, San Luis, Santiago de Cuba, dejó a una comunidad entera sin electricidad, afectando gravemente tanto a la población como a la economía local. El periódico oficial Sierra Maestra reportó entonces que estas acciones exacerbaban los apagones y afectaban a miles de ciudadanos en condiciones extremas, prometiendo una «mano dura» por parte del gobierno. No mucho después, en diciembre, las autoridades detuvieron a un vecino de Las Américas, Contramaestre, por la venta de este mismo aceite robado, un ejemplo más de cómo la cadena de precariedad se extiende.

Más Allá de las Cifras: El Costo Humano
Para mí, y para muchos cubanos, estos incidentes no son solo estadísticas frías de un periódico oficial. Son historias de vida, o de su abrupto final, marcadas por la desesperación. Es la cara más brutal de la crisis energética en Cuba. Viví en España durante un tiempo, donde la electricidad era un servicio garantizado, un derecho. La disparidad con la situación actual de mi país natal es una herida abierta. La incapacidad del Estado para proporcionar lo más básico lleva a las personas a situaciones límite, donde la búsqueda de unos pocos litros de un líquido peligroso se convierte en una ruleta rusa.
La falta de inversión en la infraestructura eléctrica, la obsolescencia de las centrales termoeléctricas y la escasez de piezas de repuesto son problemas crónicos que la revolución no ha logrado resolver en décadas. Según un informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba, la generación eléctrica ha disminuido constantemente en los últimos cinco años, aumentando la dependencia de importaciones de combustible que el país no puede costear. Esto crea un ciclo vicioso: menos electricidad, más apagones, mayor desesperación, y, en última instancia, más tragedias como la de Santiago de Cuba. Esta situación no solo afecta la calidad de vida, sino que también desincentiva cualquier intento de crecimiento económico o desarrollo social.
Conclusión: Un Futuro Incierto Bajo la Sombra del Apagón
La muerte de este hombre en Santiago de Cuba es una llamada de atención dolorosa. Es el reflejo de una sociedad que lucha por subsistir en medio de un colapso sistémico. Mientras el gobierno insista en criminalizar la desesperación sin abordar las causas profundas de la crisis energética en Cuba y la carestía general, veremos más tragedias como esta. La solución no es la «mano dura», sino la implementación de políticas que garanticen una vida digna para todos los cubanos. Hasta que esto no ocurra, el pueblo seguirá echando pa’lante como pueda, incluso si eso significa arriesgar la vida en la oscuridad.
Para los cubanos de la diáspora, estas noticias nos recuerdan la urgencia de seguir informando y alzando la voz. No podemos permitir que estas vidas se pierdan en el silencio ni que el «resolver» se convierta en sinónimo de muerte. La historia de Cuba está llena de resiliencia, pero también de sacrificios innecesarios. Es hora de que se priorice la vida y el bienestar de las personas por encima de cualquier retórica política.
Preguntas Frecuentes sobre la Crisis Energética en Cuba y sus Riesgos
¿Por qué intentan extraer aceite dieléctrico de los transformadores en Cuba?
La extracción ilegal de aceite dieléctrico es una consecuencia directa de la profunda crisis energética en Cuba, marcada por la escasez de combustible y los apagones constantes. La población, en su desesperación por encontrar alternativas para generar luz o cocinar, recurre a prácticas peligrosas. Sin embargo, este aceite no es apto para uso doméstico y su manipulación puede ser extremadamente peligrosa, provocando descargas eléctricas mortales y fallos en el suministro, lo cual aumenta el riesgo de incendios y explosiones.
¿Qué consecuencias tiene la sustracción de aceite dieléctrico para la comunidad?
La sustracción de aceite dieléctrico tiene consecuencias devastadoras. En primer lugar, provoca interrupciones del servicio eléctrico, dejando a comunidades enteras sin luz durante períodos prolongados. Esto agrava la crisis energética en Cuba, ya que los transformadores dañados son difíciles de reemplazar o reparar. Además, aumenta exponencialmente el riesgo de fallos catastróficos, explosiones e incendios en los transformadores, poniendo en peligro la seguridad de los residentes y la infraestructura energética.
¿Cuál es el papel del gobierno cubano ante esta situación crítica?
El gobierno cubano ha sido incapaz de garantizar servicios básicos como electricidad y combustible de manera consistente, lo que ha generado la desesperación de la población. Aunque las autoridades han calificado estos actos como delitos y prometido «mano dura», la raíz del problema sigue siendo la ineficiencia, la falta de inversión y el abandono de la infraestructura. La crítica de periodistas independientes y la comunidad internacional se centra en que esta situación obliga a los ciudadanos a arriesgar sus vidas en busca de soluciones alternativas, en lugar de que el Estado garantice las condiciones mínimas de vida digna.