En un acto que muchos ciudadanos han calificado de cínico, el gobierno cubano ha presumido su Ley de Soberanía Alimentaria en Cuba ante la ONU, presentando un discurso de éxito y cooperación que contrasta brutalmente con la severa crisis de hambre y escasez que vive la isla. Este análisis periodístico expone la profunda disonancia entre la narrativa oficialista, que culpa exclusivamente a factores externos, y la realidad interna de un modelo agrícola colapsado y una ley que, tres años después de su aprobación, es percibida como letra muerta.
Durante la cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios, el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca defendió la normativa de 2022 como un pilar para combatir el hambre. Sin embargo, este triunfalismo se desmorona al ser confrontado con los datos oficiales y la voz de la población.
La Realidad de los Datos: El Colapso de la Producción Nacional
Mientras el discurso oficial en foros internacionales habla de agroecología e innovación, la realidad en el campo cubano es de un desplome histórico. Las propias cifras del Anuario Estadístico de Cuba 2023 confirman la catástrofe y evidencian el fracaso del modelo centralizado, una realidad admitida incluso por el primer ministro Manuel Marrero al afirmar que solo se puede contar con lo que cada territorio produzca.
Producto Esencial | Caída de Producción (Datos 2023) |
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Carne de cerdo | Superior al 90% |
Arroz | Casi un 60% |
Huevos y Leche | Descensos cercanos al 40% |
Este desplome productivo ha provocado que más del 80% de los alimentos consumidos en Cuba sean importados, en un contexto de inflación galopante que destruye el poder adquisitivo de las familias.
«Una Burla»: La Indignación de los Cubanos
La publicación del discurso oficial en medios como Granma desató una ola de indignación en redes sociales. Los ciudadanos no tardaron en señalar la hipocresía del gobierno. Los comentarios reflejan un profundo hartazgo y dolor, describiendo la situación con un sarcasmo amargo.
“Cuba puede aportar mucho en la Cumbre… como ejemplo de todo lo que no se debe hacer”, comentó un usuario, mientras otro preguntaba: “¿Cuál sistema alimentario van a mostrar, el de los dirigentes o el del pueblo?”.
La percepción general es que hablar de soberanía alimentaria en Cuba es una ofensa para quienes deben hacer colas interminables por productos básicos como el pollo o el arroz.
Análisis: ¿Por Qué la Ley es Letra Muerta?
La Ley de Soberanía Alimentaria prometía garantizar el acceso a alimentos, reducir importaciones y crear sistemas locales sostenibles. Tres años después, sus objetivos no se han cumplido. La crítica de fondo, articulada por organizaciones como Food Monitor Program, apunta a las causas sistémicas:
- Discurso vs. Realidad: El gobierno usa el concepto de soberanía alimentaria para «maquillar» una realidad donde la producción nacional se ha perdido en más de un 67%.
- Control Militar: El acceso a la comida está cada vez más dolarizado y controlado por conglomerados militares como GAESA, que monopolizan las importaciones. Esto convierte la comida en un privilegio para quienes reciben remesas, no en un derecho.
- Falta de Incentivos: La ley no ha resuelto los problemas estructurales de los productores: falta de combustible, herramientas, insumos y un modelo centralizado que ahoga cualquier iniciativa privada.
En conclusión, el discurso sobre la soberanía alimentaria en Cuba funciona como una herramienta de propaganda internacional, mientras en la isla se agrava una crisis que no responde a la falta de leyes, sino a la ineficacia de un sistema que, según los críticos, prioriza el control ideológico sobre el bienestar de su población.