La decisión, respaldada por EE.UU. y el secretario Marco Rubio, pospone el foro hemisférico hasta 2026, citando condiciones políticas y de seguridad no adecuadas.
La República Dominicana confirmó la suspensión de la Décima Cumbre de las Américas, que estaba programada para celebrarse del 1 al 5 de diciembre en Punta Cana. El gobierno del presidente Luis Abinader anunció que la medida se tomó tras determinar que «no existen las condiciones adecuadas» para llevar a cabo el foro hemisférico.
La decisión fue adoptada después de consultas con socios regionales y cuenta con el respaldo explícito de Estados Unidos, principal impulsor del evento. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, manifestó su apoyo a través de la red social X, agradeciendo «la amistad y disposición» del presidente dominicano y asegurando que Washington colaborará con Santo Domingo y otros países para organizar «un evento productivo en 2026 enfocado en fortalecer las alianzas y mejorar la seguridad de nuestros ciudadanos».
Aunque la justificación oficial para el aplazamiento fueron las «divergencias regionales» y el impacto de recientes desastres naturales, fuentes diplomáticas indican que la razón principal es el delicado contexto político y militar en el hemisferio. Este contexto está marcado por el despliegue de fuerzas estadounidenses en el Caribe —como parte de una operación «antinarcóticos» que ha incluido bombardeos contra embarcaciones sospechosas— y el creciente deterioro de las relaciones con Venezuela.
La celebración de la cumbre, bajo el paraguas de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y a pocas millas de la zona de operaciones navales estadounidenses, era considerada políticamente explosiva. Un diplomático dominicano admitió bajo reserva que «no había garantías de seguridad ni de neutralidad política; Santo Domingo habría quedado en el centro de la tormenta».
La cumbre ya estaba envuelta en polémica debido a la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, siguiendo la línea de Washington. Esta medida provocó que los mandatarios de México y Colombia, Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro, anunciaran su no asistencia en señal de protesta. Con varias ausencias clave, el foro corría el riesgo de convertirse en un evento semivacío, lo que representaba un revés diplomático para el anfitrión.
Analistas coinciden en que la postergación es un freno táctico de Washington y sus aliados para ganar tiempo mientras se redefinen las estrategias frente a la crisis venezolana y los cambios políticos en la región. La Cumbre de las Américas queda así reprogramada para 2026, en un intento por reconstruir puentes diplomáticos en un hemisferio que se muestra más fragmentado que nunca.














