Michelle, de 4 años, sufre una infección sanguínea sin diagnóstico preciso mientras vive en la miseria extrema con su madre y dos hermanos, sin asistencia institucional.
Un desgarrador llamado de auxilio se ha propagado en redes sociales por la vida de Michelle, un niño de apenas cuatro años que reside en Ciego de Ávila en condiciones de extrema pobreza y con un estado de salud crítico. El menor padece una bacteria en la sangre, pero no ha recibido un tratamiento adecuado debido a que los médicos le administran antibióticos sin haberle realizado antes un cultivo de sangre que determine el medicamento correcto, según denunció la usuaria Minerva Sifonte en Facebook.
La situación del pequeño es desesperada. «Este niño no tiene casa ni comida. A veces se pasa el día entero con un refresco en el estómago porque su mamá no tiene qué darle. Tiene dos hermanitos más y su madre está sola, sin recursos, sin nadie que la ayude», relató Sifonte, acompañando su publicación con fotos del menor, quien presenta visible desnutrición y lesiones en la piel.
Una Infancia en el Abandono Total
La familia vive en condiciones de vulnerabilidad alarmante. No tienen una vivienda estable, refugiándose temporalmente en casas de conocidos o, en ocasiones, durmiendo en la calle o en paradas de ómnibus. La vivienda actual tiene piso de tierra, humedad e infestación de insectos, lo que ha agravado las heridas en la piel del niño. Michelle ya sufrió un paro renal como consecuencia de la infección y la desnutrición, y los médicos han advertido que una nueva crisis podría ser fatal.
Ante la falta total de asistencia institucional, activistas como Diasniurka Salcedo Verdecia han compartido números de contacto para que quienes puedan brindar ayuda con alimentos, medicinas, vitaminas, pañales o ropa se comuniquen. «Esta es una súplica desde el corazón. Michelle necesita una oportunidad para vivir y recuperarse», escribió Salcedo.
El caso de Michelle no es aislado; es el rostro humano de un sistema de salud colapsado donde faltan medicamentos básicos, reactivos para análisis y equipos, y donde la desprotección social condena a los más vulnerables. Mientras el Estado guarda silencio, la supervivencia del niño depende ahora de la solidaridad de la gente común.














