La Habana ha despertado este sábado con una noticia trágica. Tres personas, entre las que se encuentra una niña, fallecieron a causa de un derrumbe en La Habana Vieja. El colapso parcial de un edificio multifamiliar en la dirección Monte 722, entre Rastro y Carmen, ha vuelto a enlutar a la capital cubana.
La información fue confirmada a primera hora por fuentes oficialistas en redes sociales, que inicialmente reportaron que los equipos de rescate trabajaban para liberar a tres personas que habían quedado atrapadas entre los escombros del inmueble.

Labores de rescate tras el colapso
Durante la madrugada, fuerzas del Cuerpo de Bomberos y de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) se movilizaron intensamente en el lugar del siniestro. A ellos se unieron autoridades locales del Partido y del Gobierno, junto a vecinos que acudieron para ofrecer su apoyo en medio de la caótica situación. Lamentablemente, horas después se confirmó el fatal desenlace.
Hasta el momento, no se ha revelado la identidad de las víctimas ni se han ofrecido más detalles sobre las circunstancias exactas que provocaron el colapso. La comunidad permanece a la espera de más información oficial.

Un nuevo derrumbe en La Habana Vieja que evidencia una crisis sistémica
Este suceso no es un hecho aislado, sino la dolorosa consecuencia del grave deterioro del fondo habitacional en Cuba. En barrios históricos como La Habana Vieja y Centro Habana, miles de edificios sufren daños estructurales severos, convirtiéndose en una amenaza constante para las familias que viven en ellos.
La tragedia de Monte 722 resalta el alarmante contraste entre el estado de las viviendas populares y la continua inversión en la construcción de hoteles de lujo, a menudo ubicados a pocas calles de donde ocurren estos desastres. Como señalan observadores y organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch, esta situación refleja una crisis estructural que el sistema no ha logrado resolver.
La falta de mantenimiento, la escasez de materiales y la desatención institucional han creado una larga lista de tragedias evitables, dejando a su paso víctimas mortales, familias sin hogar y una profunda fractura en el tejido social de la isla.