La liberación de Liosbel Sánchez Martínez, uno de los muchos cubanos que participaron en las históricas protestas del 11 de julio de 2021 (11J), marca un capítulo esperanzador, aunque incompleto, en la lucha por el asilo político. Tras cuatro meses bajo custodia de ICE, Sánchez envió un mensaje claro a la comunidad migrante: «No se rindan… no firmen nada, sí se puede lograr».
Su caso destapa la doble persecución que enfrentan los disidentes cubanos: primero por el régimen en la isla y luego por un sistema de asilo en Estados Unidos que often los trata como migrantes económicos. Liosbel y su hermano Liosmel fueron detenidos el 20 de mayo después de acudir a una audiencia migratoria en Arizona, un hecho que generó alarma por el riesgo de que fueran devueltos a Cuba y encarcelados por su activismo.
La libertad de Liosbel no fue casual. Fue el resultado de una intensa presión comunitaria, una campaña de recaudación de fondos y una robusta representación legal. Su agradecimiento a la abogada Isabel M. Martínez es un recordatorio de que el acceso a un defensor competente es crucial en estos procesos.
Sin embargo, la lucha continúa. Su hermano Liosmel permanece detenido, ilustrando cómo las familias son separadas y la incertidumbre legal que persiste para miles de solicitantes de asilo cubanos que huyeron de la represión, solo para encontrar nuevas batallas legales en suelo estadounidense.













