En lo que parece ser una fusión entre el lujo extravagante y la propaganda política, el presidente Donald Trump ha presentado al mundo su más reciente transformación de la Casa Blanca: una Oficina Oval y una Sala del Gabinete bañadas en oro de 24 quilates, según su propia descripción.
A través de un video publicado este domingo en su red social Truth Social, el mandatario estadounidense realizó una peculiar «visita guiada» mostrando molduras doradas apiladas y listas para ser instaladas, en una publicación que rápidamente se viralizó generando tanto admiración como burlas.
«Oro de 24 quilates de la más alta calidad utilizado en el Despacho Oval y la Sala del Gabinete de la Casa Blanca. Los líderes extranjeros, y todos los demás, quedan maravillados al ver la calidad y la belleza», presumió Trump en el mensaje que acompañaba el video.
Y añadió contundente: «¡El mejor Despacho Oval de la historia, tanto en éxito como en apariencia! Presidente DJT».
La secretaria de prensa Karoline Leavitt respaldó la visión presidencial al declarar al Wall Street Journal: «Es la Oficina Dorada para la Era Dorada», reforzando la narrativa de que este rediseño busca proyectar una imagen de grandeza y prosperidad.
La fascinación de Trump por el oro no es novedad. Desde sus residencias privadas como la Trump Tower en Nueva York y Mar-a-Lago en Florida, hasta sus aviones privados, el dorado ha sido un elemento constante en su marca personal. Ahora, esa estética se traslada de manera definitiva al corazón del poder político estadounidense.
Según detalles recogidos por medios como Daily Mail y New York Post, la renovación incluye no solo molduras de oro, sino también figuras de ángeles, cortinas doradas heredadas de la administración Biden, posavasos personalizados e incluso un botón dorado para solicitar Coca-Cola Light.
Sin embargo, la ostentosa transformación no ha estado exenta de polémica. Usuarios en redes sociales y medios de comunicación han cuestionado la autenticidad de los materiales, señalando que piezas visualmente idénticas pueden encontrarse en tiendas como Home Depot por entre 30 y 50 dólares, o incluso en Alibaba por apenas un dólar.
Trump ha sido enfático en defender la autenticidad del oro utilizado: «La gente ha intentado crear una pintura dorada que parezca oro, y nunca lo han conseguido», declaró en marzo a Laura Ingraham. «Nunca se ha podido igualar el oro con pintura dorada».
Desde la Casa Blanca, un portavoz aseguró a Fox News que «todas las decoraciones doradas, de la más alta calidad, fueron compradas y pagadas por el propio Trump».
La remodelación dorada es solo parte de una transformación más extensa. En el Jardín Sur de la Casa Blanca ya avanza la construcción de un colosal salón de baile de 90,000 pies cuadrados, financiado -según su equipo- con aportes privados.
Inspirado directamente en el Donald J. Trump Grand Ballroom de Mar-a-Lago, el nuevo espacio podrá albergar hasta 900 personas y contará con candelabros gigantes, cubiertos de oro y paredes con pan de oro valorado en millones de dólares.
Mientras tanto, la pregunta de fondo permanece: ¿Representa esta transformación dorada un legado artístico que redefinirá la estética del poder presidencial o simplemente refleja el gusto personal de un mandatario que ha hecho del oro su símbolo distintivo? Por ahora, Trump parece decidido a demostrar que, en su administración, el poder brilla con intensidad dorada.













