Un grito de horror y justicia sacude a la provincia de Matanzas y resuena en toda Cuba. La comunidad del barrio Naranjal Norte se encuentra devastada tras la muerte de Roberto Carlos, un niño de apenas 2 años y 4 meses, en un presunto caso de infanticidio en Matanzas que apunta directamente a su propia madre. La mujer, identificada como Amarilis, ha sido detenida mientras las redes sociales se han convertido en un tribunal público que clama por respuestas y el máximo peso de la ley ante un crimen que desafía toda comprensión.
La Crónica de una Brutalidad Inconcebible
Según los testimonios que han emergido a través de periodistas independientes y allegados a la familia, el pequeño Roberto Carlos falleció a consecuencia de una brutal golpiza. Las acusaciones señalan a su madre, Amarilis, como la autora material del maltrato que le costó la vida. La información, aunque no ha sido confirmada por una vía oficial, ha sido respaldada por una avalancha de mensajes de vecinos y conocidos que aseguran que el menor era víctima de violencia de forma reiterada, un secreto a voces que ha culminado en la peor de las tragedias.

La Sombra del Cómplice: El Padrastro en el Punto de Mira
La indignación de la comunidad no se detiene en la figura de la madre. Las denuncias también apuntan a la posible implicación del padrastro del niño, a quien acusan de haber sido cómplice silencioso o incluso partícipe activo de los abusos. El clamor popular es implacable, con comentarios que exigen un castigo severo para él. «También debes pagar con pena de muerte», escribió un usuario en redes sociales, reflejando un sentimiento generalizado de que cualquier adulto que presenció el maltrato y no intervino comparte la culpa de este terrible desenlace.
El Dolor de un Padre Atrapado en la Distancia
A la tragedia se suma el drama del padre biológico del menor. Contrario a los primeros rumores, se ha aclarado que el hombre se encuentra en Uruguay y está completamente devastado. Personas cercanas a él aseguran que está atrapado por impedimentos para regresar a Cuba, habiendo agotado sin éxito incluso las vías humanitarias a través de la Cruz Roja. Su dolor es doble: el de perder a su hijo de la forma más cruel y el de la impotencia por la distancia. Los testimonios afirman que de su parte «nunca le faltó nada» al niño, dibujando un doloroso contraste con el entorno en el que vivía.

«Vuela Alto, Angelito»: Una Comunidad Rota Clama Justicia
El impacto del crimen ha calado hondo en quienes conocían al pequeño Roberto Carlos, especialmente en el círculo infantil al que acudía, donde sus maestras le habían brindado afecto. La incredulidad se mezcla con el dolor. “Jamás pensé que Amarilis fuera capaz de semejante maltrato”, escribió una allegada, una frase que revela cómo la violencia puede ocultarse a plena vista. Mientras tanto, los mensajes de duelo como “vuela alto, angelito” inundan las redes, junto a una exigencia unánime: “Que se hará justicia y ellos pagarán”. Aunque las autoridades aún no emiten una declaración oficial, la presión pública exige que este caso de infanticidio en Matanzas no quede impune.
