Mientras Haití, Jamaica y República Dominicana reportaron víctimas mortales, el oriente cubano enfrentó una destrucción generalizada en medio de un férreo control informativo que ocultó la verdadera magnitud de la tragedia.
El huracán Melissa sembró muerte y destrucción a su paso por el Caribe. Los reportes internacionales confirmaron al menos 40 fallecidos en Haití, entre 4 y 8 en Jamaica, y una víctima mortal en República Dominicana. Sin embargo, fue en el oriente de Cuba donde el impacto resultó más devastador, con municipios como Santiago de Cuba, Contramaestre, Palma Soriano y El Cobre sufriendo graves daños, viviendas destruidas, infraestructura colapsada y comunidades enteras aisladas.



A diferencia de otros países, en Cuba el régimen mantuvo un férreo control sobre la información, lo que generó incertidumbre sobre el verdadero balance de la tragedia. Mientras el mundo dirigió su solidaridad hacia la región, dentro de la isla la población enfrentó la catástrofe con recursos insuficientes, luchando no solo contra los estragos de la naturaleza, sino también contra el silencio y la aparente indiferencia del poder.





















