Mandiel Magaña Quiala falleció tras cuatro horas de espera sin recibir tratamiento adecuado, mientras su familia suplicaba ayuda en un sistema de salud colapsado
Una nueva muerte evitable enluta a Cuba. Mandiel Magaña Quiala, de 40 años, falleció el pasado 5 de noviembre en el Hospital «Mártires de Mayarí» en Holguín, tras cuatro horas de espera sin recibir la atención médica que requería por fuertes dolores abdominales.
«Murió no por destino, ni por una complicación inevitable: murió por negligencia médica, por un sistema que solo funciona para los de arriba», denunció el Dr. Alexander J. Figueredo, describiendo el caso como otra víctima del colapso del sistema sanitario cubano.
Según testigos, durante las cuatro horas que permaneció en el centro de salud, Mandiel no recibió tratamiento adecuado. No había ambulancia disponible, escaseaban los recursos básicos y ningún médico asumió la responsabilidad de su caso. Solo le administraron dos calmantes ligeros, mientras su condición empeoraba.
Su madre, una mujer humilde, suplicó ayuda sin ser escuchada. Su tía, Aimé Solangel, recorrió desesperada el hospital buscando atención, incluso subiendo hasta terapia intensiva. Mientras tanto, en el cuerpo de guardia, las enfermeras demostraron no saber colocar una sonda nasogástrica, la guardia administrativa permanecía indiferente, los médicos estaban ausentes y estudiantes de medicina se entretenían con sus teléfonos celulares.
Mandiel nunca llegó a ser atendido en consulta especializada. Murió en una sala de curación, como mueren hoy miles de cubanos: en hospitales destruidos, sin insumos, sin ética médica y sin que el Estado —que se presenta al mundo como «potencia médica»— asuma responsabilidad alguna.
Este caso evidencia una vez más que en la Cuba actual, la muerte por abandono médico no es noticia: es rutina.














