El asesinato de Yumila Álvarez Col en Manzanillo revela la persistencia de una crisis de género en Cuba, con al menos 35 femicidios contabilizados en lo que va de 2025 y un agresor que permanece prófugo de la justicia.
La madrugada del 6 de octubre en el barrio La Marina, del municipio manzanillero de Granma, se tiñó de luto y violencia machista. Yumila Álvarez Col fue brutalmente asesinada presuntamente a manos de su pareja sentimental, Jaime Yuniel Bazán Rodríguez, en un episodio que ha conmocionado a la comunidad y que se enmarca dentro de una alarmante ola de femicidios que sacude a Cuba. El crimen, ocurrido en la vivienda compartida por la pareja en Villuendas #444 entre Ana Sequera y Línea, comenzó, según relatan testigos a través del periodista Yosmany Mayeta Labrada, con una acalorada discusión en el interior del domicilio.
Los hechos se precipitaron cuando el agresor, Jaime Bazán, salió a la calle profiri gritos y frases ofensivas. Tras él, intentando seguirlo, apareció Yumila, quien ya presentaba visibles y graves heridas. Testigos del desgarrador momento relataron que la mujer, en un estado de extrema vulnerabilidad, se desplomó sobre la acera, sin que pudiera hacerse nada por salvar su vida. Las primeras informaciones, corroboradas por vecinos, indican que la víctima presentaba múltiples heridas provocadas por un arma blanca, con algunas versiones que especifican que pudo haber recibido al menos ocho puñaladas, lo que da cuenta de la saña y brutalidad del ataque.
El presunto autor, Jaime Yuniel Bazán Rodríguez, aprovechando la conmoción y la oscuridad de la madrugada, logró darse a la fuga inmediatamente después de cometer el crimen. Circulan versiones no oficiales, pero ampliamente repetidas en el entorno local, que sugieren que el hombre podría estar acompañado en su huida por su hijo de 17 años, lo que añade una capa adicional de complejidad a la búsqueda. Las fuentes consultadas del entorno familiar y vecinal han descrito la relación entre Yumila y Jaime como una dinámica marcada a fuego por episodios recurrentes de violencia intrafamiliar, celos patológicos y un consumo problemático de alcohol, un coctel de factores de riesgo que, trágicamente, suele preceder a los desenlaces fatales.
El día del crimen, según testimonios recogidos, no parecía presagiar la tragedia. La víctima había compartido de manera tranquila con algunas de sus vecinas, en un acto de normalidad cotidiana, antes de regresar sola a su casa. Fue horas después, en la intimidad del hogar que debería ser un espacio seguro, donde se desató la confrontación que le costaría la vida. Ante la impotencia y el dolor, la hija de Yumila Álvarez ha recurrido a las redes sociales para convertir su duelo en una herramienta de busca de justicia. De manera pública, ha identificado al presunto responsable y ha realizado un vehemente llamado a la colaboración ciudadana, incluso compartiendo un número de contacto (63608023) para que cualquier persona con información que pueda conducir a la captura del fugitivo se ponga en contacto.
Hasta el momento, y de manera llamativa, las plataformas y organizaciones feministas cubanas no se han pronunciado oficialmente sobre este caso en particular. Sin embargo, su silencio no oculta una realidad abrumadora: este femicidio se inserta en una lista trágica y creciente. Solo unos días antes, el femicidio de Noralis Estenoz, madre de tres hijos asesinada por su expareja en el reparto Versalles de La Lisa, La Habana, había conmovido al país. Según el recuento que llevan organizaciones feministas independientes como el Observatorio de Género de la revista Alas Tensas (OGAT) y el observatorio Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTCC), la muerte de Noralis representaría el femicidio número 34 de 2025. Con el de Yumila Álvarez, la cifra se elevaría a al menos 35 mujeres asesinadas por violencia machista este año.
Estas organizaciones, que funcionan como un contrapeso esencial ante la falta de cifras oficiales completas y sistemáticas, habían verificado hasta fines de septiembre 33 femicidios en la isla. Sus registros, que documentan 300 femicidios desde 2019 hasta el 1 de octubre de este año, evidencian de manera cruda la aguda crisis de violencia de género que persiste en la sociedad cubana. Esta cifra, advierten, es solo un subregistro, la punta del iceberg de un problema estructural profundo, marcado por la ausencia de protocolos efectivos de protección hacia las mujeres, la falta de educación con perspectiva de género y las dificultades de un sistema judicial para prevenir, sancionar y erradicar eficazmente esta violencia. El caso de Yumila Álvarez no es un hecho aislado; es un síntoma más de una emergencia nacional que clama por acciones concretas y urgentes.














