Un incendio en un almacén de fuegos artificiales en el corazón de Las Villas genera evacuaciones, heridos y pone sobre la mesa los riesgos de una práctica cultural ancestral.
La madrugada de este lunes, el municipio villaclareño de Camajuaní, cuna de las famosas Parrandas, se estremeció con una potente explosión. El epicentro fue un almacén de pirotecnia situado en el barrio Los Chivos, el cual, tras estallar, generó una columna de humo negro visible a kilómetros de distancia y desató un incendio de considerables proporciones. Las llamas no se contuvieron en el depósito, afectando también a varias viviendas aledañas, cuyos residentes tuvieron que ser evacuados de manera preventiva para evitar una mayor tragedia.
Afortunadamente, reportes iniciales no registran pérdidas de vidas humanas, aunque varias personas requirieron atención médica por cuadros de asfixia leve y crisis nerviosas provocadas por el impacto y el susto. En el lugar trabajaron de manera conjunta efectivos del Cuerpo de Bomberos, brigadas del Ministerio del Interior y autoridades locales, con el objetivo de sofocar las llamas y controlar el riesgo de nuevas detonaciones. Imágenes y videos compartidos por vecinos en redes sociales dan cuenta de la magnitud del siniestro.
Este incidente enciende las alarmas sobre los riesgos inherentes a una tradición tan arraigada en la identidad camajuanense como lo es la pirotecnia. Aunque la localidad cuenta con Pirocam, una fábrica moderna presentada en su momento como un modelo de seguridad e innovación, los sucesos como el de hoy exponen las persistentes vulnerabilidades. La manipulación de materiales inflamables en condiciones a menudo precarias, sumada a una posible falta de mantenimiento y supervisión técnica, convierte a estos talleres y almacenes en polvorines latentes. La explosión no solo enluta momentáneamente a la comunidad, sino que reabre un debate necesario sobre cómo conciliar la preservación de una herencia cultural con la seguridad y la vida de las personas.













