La historia de Yanisleidis y su esposo pone rostro a las estadísticas de deportación y revela las grietas del sistema migratorio estadounidense. A través de un video viral en TikTok, Yanisleidis narró el «terror e incertidumbre» que vivieron durante tres meses, culminando con la deportación de su marido a México después de residir 23 años en Estados Unidos, sin tener antecedentes penales.
Su caso es un laberinto legal característico de muchos migrantes de larga data. Su esposo llegó originalmente en balsa y, en un intento por reunir a su familia, regresó a Cuba, donde fue encarcelado. Tras escapar, fue interceptado por la Guardia Costera de EE.UU. y, aunque fue exonerado de cargos de tráfico de personas, un juez de inmigración emitió una orden de deportación final que pendió sobre él durante dos décadas.
A pesar de ello, construyó una vida: trabajó legalmente con permisos renovados, tuvo seguro social y crió una familia. El endurecimiento de las redadas de ICE los llevó a iniciar trámites para salir voluntariamente del país, pero la detenión los alcanzó primero. Yanisleidis denuncia que el arresto, ejecutado por ocho agentes, fue «extremadamente violento».
Su relato sobre las condiciones de detención —falta de atención médica a pesar de sus enfermedades crónicas y la negación de los medicamentos que ella le llevó— plantea serias preocupaciones sobre el trato a los detainees en custodia de ICE. Su deportación a México, y no a Cuba, subraya las complejas negociaciones internacionales que a menudo determinan el destino final de los deportados.













