El régimen exige administrar directamente la asistencia, priorizando el control político sobre la urgente necesidad de la población afectada por el huracán.
Mientras miles de cubanos sufren las devastadoras consecuencias del huracán Melissa, el gobierno de la isla ha rechazado la ayuda humanitaria ofrecida por Estados Unidos bajo la condición de que sea entregada directamente a la población, sin la intermediación del aparato estatal.
A diferencia de organismos internacionales como la ONU y otros países que han enviado asistencia sin condiciones, permitiendo que el gobierno cubano la administre y distribuya, Estados Unidos insiste en garantizar que los recursos lleguen efectivamente a los más afectados.
Esta postura ha sido calificada por el régimen como inaceptable, demostrando una vez más que su prioridad es mantener el control absoluto sobre toda ayuda que ingrese al país, incluso a costa del bienestar del pueblo. La negativa ha generado indignación entre la ciudadanía y la diáspora, que ven cómo, una vez más, las consideraciones políticas se anteponen a la urgente necesidad humanitaria.














