La grave crisis del arroz en Cuba se ha convertido en un símbolo de la desconexión entre el discurso oficialista y la dura realidad que enfrenta la población. Recientemente, durante una visita oficial a Laos, el gobernante Miguel Díaz-Canel agradeció el “extraordinario aporte” de ese país asiático en semillas para la producción arrocera cubana. Este mensaje, difundido a través de su cuenta de X (anteriormente Twitter), contrasta de manera flagrante con la escasez crónica y los retrasos en la distribución de este alimento esencial, dejando a millones de cubanos en una situación de creciente inseguridad alimentaria.

Este agradecimiento, que intenta proyectar una imagen de colaboración internacional y avances en la agricultura, se percibe como una bofetada a la dignidad de quienes, en lugares como Santiago de Cuba, apenas reciben una libra de arroz por persona al mes a través de la libreta de abastecimiento. Como periodista que ha seguido la evolución de la economía cubana por más de dos décadas, y habiendo vivido en la isla, me es imposible no ver la dolorosa ironía en estas declaraciones, mientras la población lucha día a día por «resolver» un plato de comida. La libreta, que en mi niñez garantizaba lo mínimo, hoy es un recordatorio de lo que falta.
El Triunfalismo Oficial vs. la Realidad de las Bodegas Vacías
El mensaje de Díaz-Canel, publicado en X, generó una ola de indignación y críticas, no solo por su contenido, sino por el contexto en el que se emite. Un país donde el arroz, base de la dieta cubana, es un lujo inalcanzable para muchos, no puede permitirse un discurso tan alejado de la vivencia cotidiana.
Agradecemos al gobierno y pueblo de Laos por su extraordinario aporte a la producción de arroz en Cuba a partir de semillas lao.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) September 7, 2025
Este tipo de pronunciamientos, si bien buscan legitimar la gestión gubernamental a través de la cooperación internacional, terminan por deslegitimarla ante los ojos de una ciudadanía que sufre las consecuencias de un sistema productivo colapsado. La brecha entre lo que se anuncia y lo que se vive en los barrios cubanos es un abismo que la propaganda ya no puede disimular.
Colapso de la Producción Arrocera: Un Análisis Profundo
La afirmación de Díaz-Canel sobre el «aporte extraordinario» se da en un escenario de profundo derrumbe productivo en la agricultura cubana, especialmente en el sector arrocero. Los datos son contundentes: en 2025, la cosecha nacional apenas cubre un 20 % del consumo interno, lo que representa unas 100,000 toneladas frente a una demanda que supera las 600,000. Esto es una caída drástica desde las más de 400,000 toneladas anuales que Cuba llegó a cosechar en la década de los 80.
Causas Estructurales de la Decadencia
Los factores detrás de esta debacle son múltiples y estructurales, y, como he observado en mis años de seguimiento de las políticas agrarias en la isla, persisten a pesar de los intentos retóricos de cambio. Estos incluyen:
- Falta de Inversión y Mantenimiento: La infraestructura agrícola, desde los sistemas de riego hasta la maquinaria, se encuentra en un estado crítico de obsolescencia. La inversión extranjera ha sido insuficiente y los recursos internos son limitados.
- Escasez de Insumos Básicos: La disponibilidad de fertilizantes, pesticidas y, crucialmente, combustible para los equipos agrícolas es precaria. El bloqueo económico de EE.UU. agrava esta situación, pero las deficiencias en la gestión interna y la centralización persisten como problemas fundamentales.
- Problemas con las Semillas Certificadas: Aunque el donativo de Laos es bienvenido, la falta de acceso a semillas de alta calidad y adaptadas a las condiciones locales de manera sostenida es un freno constante para aumentar los rendimientos.
- Rendimientos Bajos: Mientras países como Vietnam, con condiciones climáticas similares, alcanzan rendimientos de seis toneladas por hectárea, Cuba apenas logra entre 1.5 y 2 toneladas. Esto subraya una profunda ineficiencia en las prácticas agrícolas y en la aplicación de tecnología.
- Políticas Agrícolas Ineficientes: A lo largo de los años, las políticas agrarias han oscilado entre la centralización y la apertura limitada, sin lograr incentivar suficientemente la producción a pequeña y mediana escala, que es vital para la seguridad alimentaria.
El Impacto en la Mesa Cubana: Hambre y Desesperación
La desconexión del discurso oficial con la realidad se manifiesta crudamente en la vida diaria de los cubanos. Las historias son desgarradoras y tristemente familiares para cualquiera que haya vivido en la isla o que, como yo, mantenga un contacto estrecho con la diáspora. Los atrasos en la entrega del arroz normado se han vuelto la norma, no la excepción:
- En Santiago de Cuba, la población ha subsistido con una libra de arroz por mes, una cantidad irrisoria para sostener a una familia.
- En Villa Clara, se han tenido que realizar entregas atrasadas de dos libras «gratis» como compensación por la escasez, lo que revela la magnitud del déficit.
- En Holguín, las cuotas correspondientes a abril y mayo se distribuyeron en agosto, generando una incertidumbre constante sobre la llegada de alimentos básicos.
- Incluso en la capital, La Habana, el arroz destinado a diciembre se entregó a finales de febrero, un indicador claro de la cadena de suministro fragmentada.
Esta situación ha provocado un auge imparable del mercado negro, donde el precio de la libra de arroz puede llegar a los 300 pesos cubanos, una cifra astronómica e inalcanzable para la inmensa mayoría de los trabajadores estatales. La frustración es palpable, y el ingenio cubano se ve forzado a estirar cada grano y cada monedita. Recuerdo a mi abuela, en Santa Clara, haciendo maravillas para que el arroz diera para todos, pero hoy la situación ha escalado a niveles que ni ella hubiera imaginado.
Un País con Hambre: La Inseguridad Alimentaria en Cifras
La crisis del arroz es solo la punta del iceberg de una inseguridad alimentaria generalizada. Un estudio de 2023 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) reveló que más de 4.2 millones de cubanos, el 37.8 % de la población, sufrían de inseguridad alimentaria. Esto significa que casi dos de cada cinco cubanos no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes.
La brecha calórica media se sitúa en 225 calorías per cápita al día, muy por debajo del umbral mínimo de 2,100 kilocalorías recomendado por organismos internacionales. Esta carencia nutricional tiene impactos devastadores en la salud pública, el desarrollo infantil y la calidad de vida en general. La dependencia de las importaciones se ha vuelto crítica, con un déficit de 41,000 toneladas métricas de granos solo en 2023.
«Entre 2016 y 2023, la producción de arroz en Cuba cayó un 58 %, pasando de 335,000 a 140,000 toneladas métricas anuales.» – Informe del USDA, 2023.
Estas cifras no son meros números; representan el día a día de millones de familias. Desde Miami, donde muchos cubanos de la diáspora seguimos de cerca lo que pasa en la isla, la preocupación por la familia que «allá» no tiene para comer es una constante. Esta situación contrasta drásticamente con la capacidad productiva que observé en mis años de juventud, cuando, si bien no sobraba, el plato de arroz estaba garantizado.
Las Donaciones y Ventas Internacionales: ¿Solución o Paliativo?
La llegada de barcos con arroz se ha convertido en un espectáculo mediático para la prensa oficialista, que los presenta como grandes logros o actos de heroísmo. Las imágenes de estibadores descargando sacos en los puertos de Santiago, La Habana o Holguín, con mensajes grandilocuentes de «esfuerzo revolucionario», son una constante en los noticieros. Sin embargo, estas escenas, lejos de inspirar confianza, resaltan la fragilidad y la dependencia extrema de la economía cubana. Recuerdo el «período especial», y aunque la magnitud es diferente, la sensación de estar a expensas de lo que venga de afuera es muy parecida.
Un Goteo Insuficiente
Las donaciones y las ventas a crédito, aunque vitales para paliar la escasez inmediata, son apenas un goteo ante un océano de necesidades. Algunos ejemplos recientes incluyen:
- Vietnam: Envió 10,000 toneladas de arroz como ayuda humanitaria este año, una muestra de solidaridad de un país que conoce bien las dificultades.
- China: En 2024, entregó un donativo de 408 toneladas, parte de su cooperación histórica con Cuba.
- Colombia: Anunció la venta de más de 1,000 toneladas en julio, en un intento por fortalecer los lazos comerciales y la ayuda mutua en la región.
Estos volúmenes, aunque apreciados, son marginales si se comparan con la demanda anual de más de 600,000 toneladas para una población de 11 millones de personas. La prensa oficialista ha admitido, en ocasiones, que incluso con estas llegadas, la distribución normada sigue siendo deficiente y los productos básicos escasean.
Conclusión: ¿Hasta Cuándo la Desconexión?
La persistente crisis del arroz en Cuba y la narrativa triunfalista del gobierno en medio de un colapso productivo y una inseguridad alimentaria galopante, plantean interrogantes profundas sobre la capacidad y la voluntad del régimen para enfrentar los problemas de su población. ¿Cómo se puede hablar de un «extraordinario aporte a la producción» cuando las bodegas están vacías y el plato de arroz es un lujo para millones?
Como periodista cubano que ha emigrado y visto las realidades de varios mundos, entiendo la complejidad de la situación, pero la negación de una realidad tan evidente es incomprensible. La transparencia y el reconocimiento de las verdaderas dimensiones del problema serían un primer paso hacia soluciones genuinas, más allá de la mera importación o donación. La gente en Cuba no pide promesas vacías, sino comida en la mesa.
Cada libra de arroz que no llega a tiempo es un recordatorio constante de la ineficiencia estructural y la falta de un modelo económico sostenible. El discurso de la «continuidad» no puede seguir ignorando la realidad de las cocinas cubanas. Mientras persista esta desconexión entre el Palacio de la Revolución y las calles, la confianza en el liderazgo seguirá erosionándose, y la población cubana, la que más sufre las consecuencias, seguirá esperando un arroz que, lamentablemente, nunca termina de llegar.