Ataques, designación de terrorista, $50 millones de recompensa: ¿Le llegó el fin a Maduro?


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La fuerza naval estadounidense desplegada frente a las costas de Venezuela no está diseñada para una ocupación. Está diseñada para la velocidad: incursiones para capturar objetivos de alto valor, ataques de precisión para inutilizar defensas y, si se ordena, llevar a cabo la arriesgada captura del hombre fuerte Nicolás Maduro y de altos funcionarios del régimen, según analistas militares.

El despliegue, junto con la designación por parte de Estados Unidos del “Cartel de los Soles” —una red de narcotráfico que, según funcionarios estadounidenses, está liderada por Maduro— como organización terrorista, subraya la disposición del gobierno de Trump a ir más allá de las sanciones y la diplomacia en defensa de lo que considera intereses vitales de seguridad nacional. “La actual fuerza militar estadounidense reunida en el Caribe es de un tamaño y composición que brinda al comandante una gama de opciones hasta operaciones decisivas para capturar o eliminar incluso figuras sustancialmente protegidas del Cartel de los Soles”, dijo Evan Ellis, profesor del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos.

Y el que haya sido congregada en el Caribe es el reflejo de un importante cambio en la manera con que Washington está mirando el dilema venezolano. En el primer mandato de Trump, Venezuela fue presentada como un proyecto de restauración democrática. En su segundo, el país ha sido enmarcado como una amenaza directa a la seguridad de Estados Unidos. Washington acusa a Maduro de facilitar el tráfico de cocaína, tolerar a la violenta banda venezolana Tren de Aragua mientras se expande en ciudades estadounidenses, y de impulsar oleadas migratorias a través de la frontera mexicana. Un Consejo de Seguridad Nacional reorganizado con nuevos nombramientos políticos de funcionarios más estrechamente alineados con las prioridades de Trump están acelerando la toma de decisiones a favor de endurecer la política hacia el régimen venezolano y aumentando la probabilidad de una acción militar, dijeron los analistas.

Esto también puede verse en los más altos niveles de la diplomacia estadounidense. “Figuras clave de la administración que favorecían el compromiso con Maduro, como el embajador Richard Grenell, han visto disminuir su influencia, fortaleciendo la posición de los halcones como el Secretario de Estado Marco Rubio”, dijo Ellis en un artículo de opinión publicado el viernes, titulado “¿Finalmente el desenlace en Venezuela?”

Terrorismo y narcotráfico: la nueva narrativa

La administración ha determinado que tanto el Cartel de los Soles como el Tren de Aragua califican como organizaciones terroristas, una designación que brinda respaldo legal a las acciones estadounidenses para neutralizar a sus miembros y líderes.

Antonio De La Cruz, director ejecutivo del centro de estudios Inter American Trends con sede en Washington, afirmó que la designación del cartel venezolano como grupo terrorista, junto con las acusaciones de que el régimen de Maduro ha utilizado el narcotráfico como arma contra Estados Unidos, ha dado forma a un nuevo enfoque en la comprensión y gestión de Venezuela por parte de Washington. “Lo que dice la administración es que una banda narcoterrorista se ha apoderado del Estado venezolano —cuyos líderes tienen causas abiertas por narcotráfico en el Distrito Sur de Nueva York— y que sus envíos de cocaína, mezclados con fentanilo, han causado más de 100,000 muertes en Estados Unidos, muchas más que las 3,000 del 11 de septiembre”, dijo De La Cruz.

Es un argumento que enmarca al régimen venezolano como si utilizara drogas como un arma de destrucción masiva, estableciendo las bases para que el presidente Trump actúe. “El secretario Rubio sentenció la muerte del régimen de Maduro cuando advirtió: ‘No lo vamos a tolerar’”, agregó De La Cruz. Al defender la decisión de Trump de usar fuerza letal contra embarcaciones que presuntamente transportaban drogas desde Venezuela, Rubio afirmó que el gobierno estadounidense “ya no se va a quedar de brazos cruzados” mientras los carteles operan en el Caribe. Tras un segundo ataque a una embarcación sospechosa de narcotráfico, dijo que Estados Unidos usará todo su poder para atacar a los carteles que están atacando a América.

“Maduro NO es el presidente de Venezuela y su régimen NO es el gobierno legítimo. Maduro es el jefe del Cartel de los Soles, una organización narcoterrorista que ha tomado posesión de un país. Y está acusado formalmente por introducir drogas en Estados Unidos”, dijo Rubio anteriormente en su cuenta de X.

Ataques en el Caribe, signos de una nueva fase

El ataque letal a inicio de mes contra una lancha rápida presuntamente vinculada al cartel —aunque altamente controversial— fue un mensaje claro al círculo íntimo de Maduro, señaló De La Cruz. Ese ataque, que mató a 11 personas a bordo, marcó el primer uso de fuerza letal por parte de Estados Unidos en relación con actividades del cartel venezolano. Le siguieron tres ataques adicionales a embarcaciones, elevando el número total de muertos a 17. Funcionarios dicen que estas operaciones son una señal para Caracas: Washington está preparado para actuar, ya no solo amenaza.

Analistas creen que los ataques podrían ser los primeros de una serie de acciones limitadas diseñadas para poner a prueba la determinación de Maduro y sentar las bases para una campaña más amplia. Para aumentar la presión, Estados Unidos ha ofrecido una recompensa de $50 millones por Maduro —la más alta de su tipo— y $25 millones por varios de sus principales colaboradores. El objetivo es desestabilizar el círculo de poder de Maduro y fomentar deserciones.

Una fuerza militar lista para actuar

La formación militar desplegada en el Caribe refleja la seriedad de las intenciones estadounidenses. En su núcleo está una Fuerza de Tarea Aérea-Terrestre de los Marines centrada en el buque de asalto anfibio USS Iwo Jima y dos buques de transporte clase San Antonio. En conjunto, transportan a más de 2,000 marines entrenados para operaciones rápidas.

En total, unos 4,500 marines y marineros están desplegados, respaldados por un crucero, destructores y un submarino de ataque clase Los Ángeles equipado con más de 400 tubos de misiles capaces de ataques de precisión. Diez cazas furtivos F-35 han sido desplegados en Puerto Rico, capaces de neutralizar la envejecida flota venezolana de Sukhoi-30 y F-16. Los marines estadounidenses han realizado ejercicios conjuntos en la isla, mientras el Secretario de Defensa Peter Hegseth y el Jefe del Estado Mayor Conjunto, General Daniel Caine, han realizado visitas de alto perfil. Esta no es una fuerza de ocupación, argumenta Ellis. Es una fuerza que puede entrar rápido, golpear con fuerza y salir.


La fuerza de ataque ha sido comparada con la invasión de Panamá en 1989, cuando las fuerzas estadounidenses capturaron al hombre fuerte Manuel Noriega y lo llevaron a juicio en Estados Unidos. Pero Venezuela representa un desafío mucho más complejo. El país es más grande, con una densa red de milicias, paramilitares y aliados extranjeros. Maduro ha fortalecido su régimen con asesores cubanos, armas rusas y tecnología de vigilancia china. Por ahora, funcionarios dicen que la administración prefiere una “respuesta gradual”: ataques dirigidos destinados a poner a prueba reacciones y fomentar deserciones internas en Venezuela. La estrategia trae a la memoria las acciones que Estados Unidos emprendió previamente este año en Irán, cuando ataques a instalaciones nucleares recortaron el riesgo de una guerra más amplia.

Aun así, existen muchos riesgos. Extraer a Maduro con vida sería peligroso, y algunos en su círculo íntimo podrían preferir su muerte antes que arriesgar que secretos sean revelados bajo interrogatorio estadounidense.

Riesgos e incertidumbres

Por otro lado, los analistas advierten que la eliminación de Maduro no garantiza un retorno a la democracia. “El predecesor de Maduro, Hugo Chávez, y el propio Maduro posiblemente han establecido al país como una franquicia criminal en la que los militares, los compinches de Maduro y otros han sido cómplices durante mucho tiempo”, dijo Ellis en su columna de opinión. “Como consecuencia, es menos probable que la desaparición de Maduro y sus allegados facilite una transición a la democracia que una lucha de los numerosos actores criminales del país para tomar el poder por sí mismos y socavar cualquier establecimiento de orden por parte de un gobierno democrático que pueda hacerlos responsables de sus crímenes”.


El colapso repentino de ese sistema podría desencadenar una lucha violenta por el control del territorio y los recursos, desestabilizando cualquier transición. Actores extranjeros podrían complicar la situación. Rusia, China y Cuba tienen intereses importantes en Venezuela y podrían tratar de socavar los esfuerzos de Estados Unidos, sembrar el caos y evitar una victoria clara para Washington. Aun así, la oposición venezolana ve una oportunidad rara. Edmundo González, quien reclamó la victoria en las disputadas elecciones presidenciales de 2024 con el 67 por ciento de los votos, es reconocido por Washington como el presidente legítimo del país. Junto a la líder opositora María Corina Machado, representa una posible alternativa democrática.


Estados Unidos puede abrir la puerta, pero al final serán los venezolanos quienes tendrán que cruzarla, advierten los analistas. Si cae Maduro, cualquier nuevo gobierno enfrentará desafíos inmediatos: Reiniciar la producción y capacidad de refinación de petróleo Manejar una deuda de $140,000 millones y demandas legales Reconstruir las fuerzas armadas y la policía conteniendo a los grupos armados Sanar a una nación políticamente fracturada Mantener una presencia naval tan grande en el Caribe es costoso, dicen analistas militares. La postura actual no puede mantenerse indefinidamente. Los planificadores militares pronto presionarán por una decisión: actuar, retirarse o extender el estancamiento.

Maduro parece estar apostando a que Washington retrocederá. Ha resistido sanciones, intentos de golpe e incluso aislamiento internacional, superando a adversarios tanto internos como externos. Pero los recientes ataques a lanchas rápidas han cambiado la ecuación. Los próximos meses podrían ser decisivos, dicen los expertos. Por primera vez en años, la remoción de Maduro por la fuerza parece una posibilidad real. Pero las consecuencias aún están lejos de estar claras. Aun así, para muchos venezolanos, la posibilidad de un cambio trae esperanza tras décadas de régimen autoritario y ruina económica. Que esa esperanza se convierta en realidad puede depender menos del poder militar de Estados Unidos y más de la capacidad de los venezolanos para reconstruir una vez que se disipe el humo.

“Las victorias nunca están aseguradas, pero ninguna tragedia dura para siempre”, dijo Ellis.


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