Apagón Total en Cuba: Crisis Eléctrica Sin Tregua

Fotografía de alta calidad de Cuba durante un apagón, con un enfoque en la oscuridad que envuelve las ciudades y la gente usando linternas, capturando el impacto del corte de energía. Estilo documental y realista.
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Cuba se enfrenta a una de sus crisis energéticas más profundas, con el país sumido en apagones constantes que afectan gravemente la vida diaria de sus ciudadanos. El pasado domingo 7 de septiembre de 2025, un nuevo corte de energía total paralizó a cinco provincias orientales: Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, sumiendo a millones de cubanos en la oscuridad. Este incidente, provocado por una falla en una línea de 220 kilovoltios, no es un hecho aislado, sino la manifestación más reciente de un problema estructural que se arrastra desde hace décadas y que hoy, más que nunca, define la resiliencia y el hartazgo de la sociedad cubana.

La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) confirmó la desconexión del sistema en estas provincias a través de su cuenta de X (anteriormente Twitter), anunciando una investigación sobre las causas y trabajos de recuperación. Sin embargo, para los residentes de estas zonas, la noticia fue apenas una confirmación de lo que ya experimentaban: la interrupción constante del servicio eléctrico se ha convertido en una parte inseparable de su rutina.

Apagones en Cuba: Un Patrón de Desgaste y Resistencia

Para entender la magnitud del reciente apagón y su impacto, es crucial contextualizar la crisis energética cubana. Desde el colapso de la Unión Soviética y el inicio del «Período Especial» en la década de 1990, la infraestructura eléctrica de la isla ha sufrido un deterioro progresivo y una falta crónica de inversión. Las ocho termoeléctricas principales, muchas de ellas obsoletas y con décadas de servicio, son el pilar de un sistema que opera al límite de sus capacidades. Estas plantas requieren de un mantenimiento constante y de un suministro ininterrumpido de combustible, recursos que son cada vez más escasos y costosos para la economía cubana.

Como periodista que ha cubierto de cerca la diáspora y la realidad cubana durante años, no puedo evitar recordar cómo, cuando era niño en Santa Clara, los «apagones programados» durante el horario pico eran una parte rutinaria, pero tolerada, de la vida. Se sabía que a ciertas horas el bombillo se apagaría. Lo que vivimos hoy es fundamentalmente diferente; no es una gestión, es un colapso. La incertidumbre de cuándo volverá la luz, o si lo hará por un período mínimo, genera una ansiedad constante que desgasta no solo los equipos, sino también el espíritu de la gente.

Fotografía de alta calidad de Cuba durante un apagón, con un enfoque en la oscuridad que envuelve las ciudades y la gente usando linternas, capturando el impacto del corte de energía. Estilo documental y realista.
Desde octubre de 2024, Cuba ha enfrentado cuatro apagones generalizados, algunos de varios días. (Imagen de archivo 14.03.2025)

La Vida en la Oscuridad: Voces desde el Terreno

Las consecuencias de estos apagones van mucho más allá de la incomodidad. En Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande del país, Javier García, un ingeniero de 60 años, relató a la agencia AFP que él y su familia ni siquiera notaron el inicio del apagón total, ya que ya estábamos en apagón, así que nos enteramos de la avería por las redes. Esta declaración, cargada de una mezcla de resignación y frustración, subraya la normalización de la falta de electricidad.

Maritza Saldívar, ama de casa en Holguín, compartió una realidad aún más cruda: llevamos muchísimos días con tres horas de electricidad en el día y tres en la noche. En este lapso tan limitado, la gente debe correr y hacer todo: cocinar y cargar equipos. Pero, si ni siquiera esas tres horitas están garantizadas, la situación se vuelve insostenible. El problema se agrava con la escasez de gas para cocinar, obligando a muchos a recurrir al carbón, cuyo precio se ha disparado. La improvisación y la búsqueda de soluciones temporales, como el uso de anafes o la preparación de alimentos al aire libre, se han convertido en la norma, generando un estrés adicional en cada familia.

El Impacto Multisectorial de la Crisis Eléctrica

  • Salud: Hospitales y clínicas dependen de generadores, que a su vez requieren combustible. Los cortes prolongados afectan la conservación de medicamentos, vacunas y el funcionamiento de equipos médicos vitales. En los hogares, la falta de refrigeración compromete la salud de los más vulnerables.
  • Alimentos: La interrupción del servicio eléctrico afecta la cadena de frío, provocando la pérdida de alimentos y agravando la ya precaria seguridad alimentaria en la isla. La incapacidad de refrigerar productos básicos genera grandes pérdidas económicas para las familias.
  • Agua: Muchas zonas dependen de bombas eléctricas para el suministro de agua potable. Sin electricidad, el acceso a este recurso básico se interrumpe, creando problemas sanitarios y de higiene.
  • Comunicación y Conectividad: La carga de teléfonos móviles y el acceso a internet se vuelven intermitentes, aislando aún más a los ciudadanos y dificultando la comunicación con familiares dentro y fuera de Cuba.
  • Economía Local: Pequeños negocios, desde barberías hasta cafeterías, no pueden operar sin electricidad, afectando sus ingresos y la subsistencia de muchas familias. La economía informal, vital para muchos cubanos, también se ve seriamente golpeada.

Esfuerzos Gubernamentales y la Cruda Realidad

El gobierno cubano ha intentado buscar soluciones, como la instalación de parques fotovoltaicos. Se han habilitado 28 de los 52 previstos para este año, muchos de ellos con inversión china. Sin embargo, la energía solar, aunque es un paso en la dirección correcta, aún no es suficiente para compensar el enorme déficit de generación y la inestabilidad de la red. La intermitencia de las fuentes renovables requiere un sistema de almacenamiento robusto y una red eléctrica modernizada que Cuba aún no posee.

La situación se ha vuelto tan crítica que incluso La Habana, tradicionalmente más protegida de los cortes severos, ahora enfrenta apagones de hasta 10 horas al día en algunas de sus zonas. Esto es un indicador claro del deterioro generalizado y la incapacidad del sistema para satisfacer la demanda mínima. Los datos hablan por sí solos: el lunes de la última semana, la disponibilidad de electricidad fue de 1.930 MW frente a una demanda de 3.750 MW, resultando en un déficit de 1.960 MW en las horas de mayor consumo. Desde octubre de 2024, la isla ha experimentado al menos cuatro apagones generalizados, algunos de los cuales duraron varios días, paralizando gran parte del país. Esto lo reportaron medios como DW y CubaLlama.

El Factor Diáspora y la Resiliencia Comunitaria

Desde mi experiencia personal y profesional, el tema de la electricidad en Cuba se entrelaza directamente con la diáspora. Las conversaciones telefónicas con familiares en la isla, ya sea desde Madrid (donde viví) o desde Miami (donde resido ahora), siempre giran en torno a la corriente. Es un termómetro de la desesperación, pero también de la increíble resiliencia de la gente. Las remesas que muchos cubanos en el exterior enviamos no solo sirven para la comida, sino también para intentar «resolver» (un verbo muy cubano para solucionar problemas complejos) la energía: baterías para el móvil, pequeñas plantas eléctricas para las casas (cuando se pueden conseguir), o al menos un ventilador para aliviar el calor insoportable en los meses de verano. Esta constante lucha por lo básico, por la dignidad de tener luz, es un motor más que impulsa a muchos a buscar un futuro fuera de la isla, agravando la fuga de cerebros y la desintegración familiar.

«La falta de electricidad no es solo un problema técnico; es un motor más que empuja a la gente a buscar un futuro fuera. Las llamadas a casa desde Madrid o Miami siempre giran en torno a esto, al ‘qué está pasando con la luz’ y a las decisiones difíciles que la gente tiene que tomar.»

— Alejandro Herrera, Periodista experto en la diáspora cubana

La frustración por los apagones no es solo una molestia, sino que también es un catalizador para el descontento social. Eventos como las protestas del 11 de julio de 2021 tuvieron entre sus detonantes iniciales los prolongados cortes de electricidad en San Antonio de los Baños. La falta de servicios básicos se traduce rápidamente en un hartazgo que puede generar tensiones sociales significativas, un factor que el gobierno no puede permitirse ignorar.

Un Futuro Eléctrico Incierto para Cuba

El panorama energético de Cuba es sombrío y complejo. La dependencia del combustible extranjero, la obsolescencia de su infraestructura y la falta de divisas para invertir en mejoras sustanciales crean un círculo vicioso difícil de romper. Aunque los proyectos de energía renovable, como los parques fotovoltaicos, son un paso positivo, su implementación y escala actual son insuficientes para resolver la crisis a corto o mediano plazo. La modernización de la red, la diversificación de las fuentes energéticas y la inversión extranjera son cruciales, pero dependen de cambios económicos y políticos más profundos.

Mientras tanto, la población cubana sigue siendo la principal víctima de esta situación, forzada a adaptarse a una realidad de penurias energéticas. La resiliencia, aunque admirable, no puede ser la única respuesta a una crisis que exige soluciones estructurales y sostenibles. Los constantes apagones en Cuba no son solo un problema técnico; son un reflejo de la profunda crisis multifactorial que atraviesa la nación, una crisis que impacta cada faceta de la vida de sus habitantes y que, desde la distancia, observamos con la esperanza de que un día, la luz vuelva para quedarse.

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