El expelotero cubano Andy Morales, conocido por conectar un jonrón en Baltimore en 1999, ha encontrado la felicidad en Miami tras dejar atrás un pasado complicado en Cuba. Morales relata cómo las autoridades cubanas le dificultaron la vida, llevándolo a exiliarse en busca de nuevas oportunidades. A pesar de no alcanzar la Gran Carpa como jugador, su hijo Yohandy sigue sus pasos en el béisbol profesional, militando en las ligas menores de los Nacionales de Washington.
Morales recuerda con agridulce nostalgia su etapa en el béisbol cubano, describiendo el grave deterioro de la infraestructura deportiva y las limitaciones impuestas a los jóvenes talentos. Critica la contradicción de las autoridades, que antaño estigmatizaron a los peloteros que abandonaban el país y hoy buscan su colaboración para representar a Cuba en competencias internacionales. Morales, quien vivió en carne propia la persecución y el ostracismo, prefiere mantenerse alejado de un sistema que considera deshonroso.
Originario de Ciego de Ávila, Morales inició su carrera en San Nicolás y formó parte de equipos provinciales y nacionales. Su paso por la Serie Nacional y su destacado desempeño en eventos internacionales lo llevaron a la palestra. El partido contra los Orioles de Baltimore en 1999 marcó un hito en su carrera, siendo el único cubano en conectar un cuadrangular en ese histórico encuentro. Tras su salida de Cuba, Morales intentó establecerse en Estados Unidos, firmando contratos con los Yankees y los Medias Rojas, pero su rendimiento en las ligas menores no le permitió alcanzar la MLB. Sin embargo, ha logrado rehacer su vida en Miami, trabajando en un negocio familiar y apoyando la carrera de su hijo, quien aspira a triunfar en las Grandes Ligas.














