En Cuba, la realidad económica dibuja un panorama desolador para los adultos mayores, quienes ven sus sueños más anhelados reducidos a detalles tan básicos como disfrutar de un helado, un poco de pollo frito o un vaso de leche. La pensión mínima, que apenas alcanza los cinco dólares al tipo de cambio informal, condena a una existencia de carencias a quienes dedicaron su vida al país.
Un emotivo proyecto humanitario, liderado por Yankiel Fernández, coordinador del Proyecto Aliento de Vida, ha puesto rostro y nombre a esta difícil realidad. A través de una iniciativa en redes sociales, Fernández ha visibilizado las aspiraciones más sencillas de un grupo de ancianos cubanos, evidenciando la profunda brecha entre los deseos cotidianos y la posibilidad real de satisfacerlos bajo el actual sistema económico.
Ancianos cubanos comparten sus anhelos más sencillos
La campaña, impulsada para conmemorar el décimo aniversario del Proyecto Aliento de Vida, busca no solo exponer las penurias que enfrentan los jubilados en la isla, sino también movilizar el apoyo de la solidaridad para hacer realidad pequeños anhelos. Fernández ha publicado en sus redes sociales imágenes de adultos mayores sosteniendo carteles con sus peticiones, acompañadas de un llamado a la acción: «Si alguno puede ayudar y bendecir a alguno de ellos, estaré poniendo las fotos y sus deseos. El que desee ayudar me escriba al privado». Incluso, ha compartido un número de WhatsApp para facilitar las donaciones.
Los testimonios recogidos son conmovedores y reflejan una desconexión profunda entre la vida digna y la realidad cubana. Una señora llamada Dulce expresó su deseo de «tomar helado, tener siempre café, leche». Por su parte, Mercedes, otra participante, manifestó su anhelo de «pasear en coche, ir al Submarino Amarillo, comer pechuga de pollo».
Las peticiones de los hombres mayores no son menos significativas. Adriano, por ejemplo, compartió su ilusión de «tomar helado, comer pollo frito, tomar malta con leche», mientras que Gladys deseó «comer helado, galleta de soda, refresco de limón». Estos deseos, que en muchas partes del mundo son parte de la vida diaria, en Cuba se han transformado en lujos inalcanzables para la mayoría de los pensionados.
La pensión en Cuba: Un ingreso insuficiente para las necesidades básicas
La pensión mínima en Cuba ronda los 1528 pesos cubanos, una cifra que, en el mercado informal, se traduce en menos de cinco dólares. Esta ínfima cantidad evidencia la profunda precariedad económica que sufren los jubilados en la isla, quienes, tras una vida de trabajo, se ven obligados a sobrevivir con ingresos que apenas cubren lo elemental.
La escasez de alimentos básicos como el pollo, la leche y el café, sumada a sus elevados precios en el mercado libre, agrava aún más la situación. Estos productos, considerados cotidianos en la mayoría de las sociedades, se han convertido en un lujo inalcanzable para la mayoría de los pensionados cubanos.
El proyecto de Fernández no solo busca la satisfacción de estos anhelos, sino también servir como un llamado de atención sobre la realidad que viven los adultos mayores en Cuba, quienes, a pesar de haber contribuido al desarrollo del país, enfrentan un futuro incierto marcado por la falta de recursos y el abandono.
El impacto de la campaña y la respuesta solidaria
Las imágenes y testimonios compartidos por Fernández han generado un profundo impacto en redes sociales, provocando reacciones de tristeza y solidaridad entre los usuarios. Numerosos internautas han expresado su apoyo a la iniciativa y han señalado que la situación de estos ancianos es un reflejo del sistema, que deja a los adultos mayores en una posición de vulnerabilidad.
El coordinador del proyecto ha agradecido públicamente a quienes han mostrado interés en colaborar, pidiendo que «Dios toque su corazón y pueda bendecir a los abuelos con cosas tan insignificantes, pero que con sus pensiones resultan imposibles». La respuesta solidaria, aunque incipiente, demuestra que la empatía y el deseo de ayudar siguen latentes, incluso en las circunstancias más adversas.
Esta iniciativa pone de manifiesto la urgente necesidad de abordar la precaria situación de los ancianos en Cuba, quienes merecen una vejez digna y segura, libre de las angustias económicas que hoy marcan su día a día. El llamado a la acción de Fernández resuena como un recordatorio de la responsabilidad colectiva hacia aquellos que han construido el presente.














