Mientras el gobierno conmemora la gesta «internacionalista», excombatientes y familias denuncian el abandono y el silencio sobre los más de 300.000 cubanos enviados a la guerra
El régimen castrista conmemoró este jueves el 50 aniversario de la «Operación Carlota», una de las campañas militares más extensas y controvertidas de la historia de Cuba, llevada a cabo bajo la bandera del «internacionalismo proletario». Entre 1975 y 1991, más de 300.000 cubanos —en su mayoría jóvenes reclutados mediante el Servicio Militar Obligatorio— fueron enviados por el gobierno de Fidel Castro a combatir en Angola, en el marco de la Guerra Fría, con el argumento oficial de apoyar al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA).
Aunque la narrativa estatal la presenta como una «misión solidaria» y «antiimperialista», numerosos testimonios de excombatientes revelan las duras realidades que vivieron: condiciones de vida infrahumanas, altas tasas de mortalidad, falta de atención médica adecuada y un profundo abandono institucional al regresar a Cuba. Muchos de esos veteranos y sus familias llevan décadas reclamando reconocimiento y apoyo, sin obtener respuestas oficiales.
La operación, que recibió su nombre en honor a Carlota, una esclava negra que lideró una rebelión en el siglo XIX, fue utilizada por el régimen como símbolo de su alianza con la entonces Unión Soviética y como herramienta de propaganda política. Sin embargo, detrás del discurso heroico se esconde una historia de silencio: aún no existe un registro público que precise el número de cubanos fallecidos durante la intervención en Angola.
Mientras las autoridades celebran lo que denominan una «gesta histórica», miles de familias cubanas recuerdan hoy el costo humano de un conflicto lejano: la pérdida de seres queridos, el trauma de los sobrevivientes y las secuelas de una guerra que, para muchos, no era la suya. Medio siglo después, la «Operación Carlota» sigue dividida entre el relato oficial y la memoria silenciada de quienes la vivieron.














