El reciente retorno del gobernante cubano Miguel Díaz-Canel a La Habana, tras una gira por Asia, ha encendido nuevamente el debate sobre la profunda crisis eléctrica en Cuba. Su declaración de estar siguiendo “atentamente” la situación, justo después de un colapso total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) en el oriente del país y el trágico fallecimiento de un joven operario de la termoeléctrica Renté, pinta un cuadro de desconexión entre la cúpula del poder y la agobiante realidad que enfrenta el pueblo cubano día tras día. Desde mi experiencia como periodista que ha cubierto la diáspora cubana, estas noticias no son solo titulares; son ecos de un sufrimiento prolongado que muchos de nosotros hemos vivido o visto vivir a nuestros familiares en la isla.
El Contexto de la Gira Asiática: Entre la Diplomacia y la Desesperación Interna
La gira de Díaz-Canel por naciones como Vietnam, China y Laos se presentaba, en la narrativa oficial, como un éxito diplomático y económico. Se destacaron acuerdos de cooperación bilateral y donaciones, como los 15 millones de dólares recaudados por el Partido Comunista vietnamita. Sin embargo, para aquellos que siguen la situación cubana desde fuera y para los que la viven a diario, estas gestiones contrastan dolorosamente con la palpable crisis interna. Recuerdo las interminables conversaciones en los cafés de Miami o las reuniones en Madrid, donde la esperanza de una ayuda externa significativa siempre choca con la realidad de que la raíz de los problemas es interna, estructural.
Mientras el presidente cubano compartía palco con figuras como Xi Jinping, Putin y Kim Jong Un en un desfile militar en China, en Cuba la población lidiaba con el día a día, marcado por la escasez, la inflación y los temidos apagones. Este tipo de viajes, aunque necesarios para cualquier país, adquieren una connotación distinta en Cuba, donde la percepción es que la atención se desvía de los problemas más apremiantes de la gente. Para muchos en la diáspora, estas imágenes evocan la imagen de un liderazgo que vive en una burbuja, lejos del «resolver» diario del cubano de a pie.
La Sombra del Colapso Eléctrico: Una Crisis Recurrente
El colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) que afectó a todo el oriente del país, desde Las Tunas hasta Guantánamo, no es un incidente aislado, sino un síntoma crónico de una enfermedad profunda. La infraestructura eléctrica cubana es obsoleta, carece de mantenimiento adecuado y depende en gran medida de un combustible que escasea. Como muchos cubanos, crecí con los apagones, las famosas «interrupciones del servicio eléctrico» que se convertían en parte de la rutina, en una constante prueba de resiliencia. Pero lo que antes era esporádico o estacional, ahora es una plaga persistente que afecta la calidad de vida y el ánimo de la población de manera inaceptable.
La Unión Eléctrica (UNE) informó sobre el restablecimiento del servicio en la región oriental cerca de la 1:25 a.m. del lunes, destacando el esfuerzo de sus trabajadores. Sin embargo, estas restauraciones, aunque vitales, son parches temporales a un problema sistémico que el gobierno de Díaz-Canel, a pesar de sus discursos y planes, no ha logrado revertir. La dependencia de pocas y envejecidas termoeléctricas, la falta de inversión en energías renovables a gran escala y la ineficacia en la gestión de recursos son factores clave que perpetúan esta crisis. Según informes de la propia UNE, la capacidad de generación disponible a menudo no cubre la demanda, lo que lleva a déficits constantes y cortes programados, que en la práctica se vuelven impredecibles y extendidos.
“Ya en #Cuba. Seguimos atentamente la situación del Sistema Eléctrico Nacional, en especial el restablecimiento total del servicio en la región oriental. Una vez más se destaca el esfuerzo de los trabajadores de la @OSDE_UNE. #CubaVive #NoNosVanAParar”
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) September 8, 2025
El Alto Precio Humano: La Tragedia en Renté
El factor más desgarrador de esta crisis es su impacto humano. El fallecimiento de Carlos Rafael López Ibarra, un joven operador de turbina de la termoeléctrica Antonio Maceo (Renté) en Santiago de Cuba, a causa de graves quemaduras sufridas en un accidente laboral, es un recordatorio trágico de los riesgos que enfrentan los trabajadores en condiciones precarias. Esta noticia me golpeó especialmente. Me hizo recordar a tantos jóvenes cubanos que conocí, tanto en Cuba como después, que «echan pa’lante» en trabajos difíciles, a menudo con equipos viejos, jugándose la vida por un salario que apenas les da para sobrevivir. Su muerte no es solo una estadística; es una vida truncada, una familia en luto y una denuncia silenciosa de un sistema que sacrifica a su gente en el altar de la ineficiencia.
Incidentes como este subrayan una verdad incómoda: la precariedad del Sistema Eléctrico Nacional no es solo un problema de confort o de productividad, sino de seguridad laboral y derechos humanos. Los trabajadores de las termoeléctricas operan en un entorno donde la falta de piezas de repuesto, la antigüedad de la maquinaria y la presión por mantener las unidades funcionando a toda costa crean un caldo de cultivo para tragedias. La Unión Eléctrica ha reconocido la necesidad de modernizar las plantas, pero el ritmo de las reparaciones y las inversiones ha sido desesperantemente lento, evidenciando la profundidad de la Reacciones y el Sentir de la Diáspora
La reaparición de Díaz-Canel y su mensaje en X, asegurando que sigue «atentamente» la situación, ha sido recibido con una mezcla de escepticismo y frustración por amplios sectores de la sociedad cubana y de la diáspora. Para muchos, un «seguimiento atento» no es suficiente cuando se vive la angustia de un refrigerador sin funcionar, de medicinas que requieren refrigeración estropeadas o de noches enteras en la oscuridad. Desde la perspectiva de la diáspora, donde muchos mantienen fuertes lazos familiares en la isla, cada apagón es un golpe en el estómago. Las llamadas de familiares, las historias de desesperación, refuerzan la percepción de un gobierno que, a pesar de sus promesas, no logra ofrecer soluciones tangibles. Opositores y activistas han sido vocales en sus críticas, calificando la gira de Díaz-Canel como un intento de evadir la severa crisis interna. La indignación es palpable cuando se contrasta el lujo y la pompa de las visitas oficiales con la realidad de desabastecimiento de medicamentos y alimentos que golpea a las familias cubanas. En Miami, por ejemplo, estas noticias se discuten con una mezcla de tristeza y rabia, alimentando la convicción de que solo un cambio profundo en la estructura de poder podría traer un alivio real. La desconexión entre el discurso oficial y la realidad cotidiana es un motor constante para la crítica y un factor que impulsa la migración, la búsqueda de una vida mejor en otras tierras. La crisis eléctrica en Cuba es más que un simple problema técnico; es un factor desestabilizador con profundas implicaciones sociales y económicas. La falta de un suministro eléctrico estable afecta directamente la producción de alimentos, la conservación de productos perecederos, el funcionamiento de hospitales y escuelas, y la capacidad de los pequeños negocios para operar. Esto, a su vez, exacerba la
Estos factores contribuyen a un ambiente de creciente tensión social y al aumento de las Un Futuro Energético Incierto para Cuba
La crisis eléctrica en Cuba no muestra signos de una mejora sostenible a corto plazo. Las promesas de inversiones y reparaciones de las termoeléctricas a menudo se topan con la escasez de divisas, la burocracia y la ineficiencia. La diversificación de la matriz energética hacia fuentes renovables, aunque una meta declarada, avanza a paso de tortuga. Para que Cuba logre una verdadera estabilidad energética, se necesitarían inversiones masivas, una reestructuración profunda de sus
Más Allá de los Apagones: Implicaciones Sociales y Económicas













