El controvertido centro de detención migratoria conocido como Alligator Alcatraz, impulsado por el Gobierno de Donald Trump en Florida, se encuentra en el centro de una tormenta legal. Una avalancha de demandas contra Alligator Alcatraz, presentadas por una coalición de organizaciones de derechos civiles, grupos ambientalistas y legisladores demócratas, desafía la legalidad y la humanidad de una instalación que ha sido calificada como un «oscuro capítulo» en la historia de Estados Unidos.
El análisis de estas acciones legales revela un panorama alarmante: no se trata solo de un centro con condiciones deficientes, sino de un aparente intento del estado de Florida por crear un sistema de «justicia» migratoria paralelo, opaco y al margen de las garantías constitucionales, lo que ha encendido todas las alarmas en la comunidad jurídica.
La Batalla por la Defensa Legal
La demanda más contundente hasta la fecha fue presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) de Florida y Americans for Immigrant Justice. El argumento central es una violación flagrante del debido proceso: a los migrantes detenidos se les está impidiendo sistemáticamente el acceso a sus abogados.
Según el documento legal, las autoridades del centro han bloqueado las visitas presenciales, restringido las llamadas telefónicas seguras y obstaculizado el intercambio de documentos esenciales para la defensa. Esta situación crea un limbo jurídico en el que los abogados no pueden siquiera presentar solicitudes de liberación condicional, ya que persiste la confusión sobre si los migrantes están bajo custodia estatal o federal.
Un Sistema de Justicia Paralelo y Condiciones Inhumanas
Quizás el aspecto más preocupante es el plan de Florida para que oficiales del Cuerpo de Abogados Generales de la Guardia Nacional, sin la debida independencia, actúen como jueces de inmigración. Este intento de crear un tribunal migratorio estatal ha sido denunciado como una afrenta a la separación de poderes y a la imparcialidad judicial.
A esta crisis legal se suman las denuncias sobre condiciones de vida deplorables. Testimonios de detenidos describen un infierno en los Everglades: temperaturas extremas, plagas de mosquitos, agua no potable, comida en mal estado y carpas que se inundan. Se han reportado casos de reclusos obligados a desatascar inodoros con las manos desnudas.
«Este centro abre otro oscuro capítulo en la historia de nuestra nación. Su mera existencia se basa en los impulsos más bajos de nuestro país y muestra el peligro de una autoridad gubernamental sin control cuando se combina con un odio desenfrenado», sentenció la abogada Eunice Cho, del Proyecto Nacional de Prisiones de la ACLU.
Los Frentes Ambiental y de Supervisión
La ofensiva legal contra Alligator Alcatraz se libra en múltiples frentes. La construcción del centro, realizada en solo dos semanas sobre una pista de aterrizaje en la Reserva Nacional Big Cypress, ha provocado una segunda demanda por parte de organizaciones como Friends of the Everglades y Earthjustice, quienes alegan que se omitió por completo la evaluación de impacto ambiental requerida por ley. La Tribu Miccosukee también ha solicitado unirse a este litigio.
Un tercer frente fue abierto por cinco legisladores demócratas de Florida, a quienes se les negó el acceso a las instalaciones para realizar labores de fiscalización. El estado argumenta que el centro no es una institución correccional tradicional, buscando así evadir el control legislativo. Mientras tanto, y a pesar de las demandas contra Alligator Alcatraz, las deportaciones ya han comenzado, aunque en total opacidad, y el gobernador DeSantis planea construir otra instalación similar una vez que esta alcance su capacidad máxima.