En medio de la escalada de tensiones con Israel, ha trascendido que el arma secreta de Irán no es necesariamente su arsenal militar, sino una carta geoestratégica de inmenso poder: la capacidad de cerrar el Estrecho de Ormuz. Según fuentes de Al Jazeera, esta opción fue seriamente considerada por Teherán como una respuesta contundente, una medida que podría paralizar una arteria vital del comercio energético mundial y provocar una crisis de consecuencias impredecibles, especialmente en una posible confrontación con Estados Unidos y sus aliados.
El Estrecho de Ormuz: Un Punto Crítico Global
El Estrecho de Ormuz es mucho más que un simple paso marítimo. Conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el mar Arábigo, y por sus aguas transita aproximadamente una quinta parte del consumo mundial de petróleo. Esto incluye enormes volúmenes destinados a mercados clave como China, Japón, India y la Unión Europea. Cualquier interrupción en este flujo, por breve que sea, tendría un efecto dominó inmediato y severo sobre los precios de la energía y la economía global.
La amenaza de Irán de utilizar su control sobre este paso como un «arma económica» no es nueva, pero cobra una relevancia crítica en el contexto actual. La Guardia Revolucionaria Islámica de Irán ha demostrado en el pasado su capacidad para interrumpir el tráfico marítimo, lo que convierte la amenaza en una posibilidad muy real para la comunidad internacional.
La Doctrina de la «Presión Máxima» y la Respuesta de Irán
La consideración de cerrar el estrecho se enmarca en la respuesta de Irán a lo que percibe como una campaña de «presión máxima» por parte de Estados Unidos y sus aliados. Teherán ve el control de Ormuz como su principal herramienta de disuasión. La lógica es clara: si a Irán se le impide exportar su propio petróleo a través de sanciones, podría tomar represalias impidiendo que otros países lo hagan. Esta estrategia de «si no podemos exportar, nadie lo hará» es una de las piedras angulares de su doctrina de defensa.
Expertos militares señalan que un bloqueo total y sostenido sería extremadamente difícil de mantener frente a la potencia naval de Estados Unidos. La Quinta Flota de la Marina estadounidense, con base en Baréin, tiene como una de sus misiones principales garantizar la libertad de navegación en la región. Un intento de cierre por parte de Irán desencadenaría casi con toda seguridad una respuesta militar directa por parte de Washington, tal como lo ha advertido el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) en múltiples ocasiones.
¿Qué implicaría un cierre del estrecho?
Aunque un bloqueo completo es un escenario extremo, Irán posee otras tácticas para generar caos sin llegar a un cierre total. Estas incluyen el minado de las aguas, el uso de misiles antibuque y ataques con enjambres de lanchas rápidas. Estas acciones podrían hacer que la navegación sea tan peligrosa que las compañías de seguros se negarían a cubrir los buques, logrando un bloqueo de facto.
Las consecuencias económicas serían inmediatas y globales:
- Disparo de los precios del petróleo: Los analistas predicen que el precio del barril podría duplicarse o incluso triplicarse en cuestión de días.
- Crisis en las cadenas de suministro: La interrupción afectaría no solo al petróleo, sino también al gas natural licuado (GNL) y a otras mercancías.
- Recesión económica global: Un shock energético de esta magnitud podría empujar a muchas economías, ya frágiles, a una profunda recesión.
En definitiva, el arma secreta de Irán es su posición geográfica. Aunque la retórica sobre el cierre del Estrecho de Ormuz puede ser una táctica de presión, la simple posibilidad de que se materialice mantiene en vilo a los mercados y a las potencias mundiales. Es un recordatorio de que en el complejo tablero de ajedrez de Oriente Medio, las jugadas más poderosas no siempre son las militares, sino las que tienen el potencial de desestabilizar la economía del planeta.