Una ola de miedo recorre las comunidades inmigrantes en Estados Unidos, desencadenando una profunda crisis de salud mental en inmigrantes indocumentados. El endurecimiento de las políticas migratorias y la amenaza constante de redadas y deportaciones masivas han instalado un clima de persecución que deteriora la salud emocional de miles de personas, generando ansiedad, insomnio y un trauma persistente.
Este temor no es una simple preocupación; se ha convertido en un factor de riesgo para la salud pública que afecta a familias enteras y deja cicatrices psicológicas difíciles de sanar, según alertan expertos en salud mental y organizaciones de apoyo.
El Testimonio de la Deportación: «Mi Vida Estaba Allá»
La historia de Byron Castillo, un hondureño de 32 años, pone un rostro humano a esta crisis. Durante casi cuatro años en Fresno, California, vivir con miedo era su rutina. “Cada semana te enterabas de que ICE había detenido a un vecino o a un compañero”, recuerda, describiendo un temor que lo paralizaba físicamente.
A finales de mayo, su peor pesadilla se hizo realidad: fue interceptado por agentes migratorios y deportado de inmediato a México, sin poder despedirse de su familia. Desde entonces, su vida se ha detenido.
Apenas puedo dormir o comer. Toda mi vida estaba allá y ahora regresar parece un sueño imposible.
Una Emergencia Silenciosa que Afecta a la Comunidad Inmigrante
El caso de Byron es un reflejo de una realidad colectiva. María Elena Medina, académica de la UNAM y coordinadora de salud mental del programa Acción Migrante, explica que el miedo se ha propagado como un síntoma generalizado. Este programa, creado en colaboración con la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha visto cómo la demanda de apoyo psicológico se ha disparado de 30 a más de 200 solicitudes semanales.
Medina advierte que las personas viven un duelo complejo por la pérdida de su hogar y la separación familiar. Si no se trata, este estrés puede derivar en trastornos severos como ansiedad generalizada, depresión profunda o estrés postraumático.
Mujeres y Niños: Las Víctimas Más Vulnerables del Estrés Tóxico
Los datos de Acción Migrante revelan que el 72% de los más de 500 pacientes actuales son mujeres que buscan ayuda para la ansiedad y depresión post-deportación. Mientras tanto, en los hombres es más común el abuso de sustancias como una forma de sobrellevar la crisis.
Lisa Fortuna, experta de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) y directora en la Universidad de California en Riverside, describe un “efecto en cadena de trauma”. No se trata solo de las redadas, sino de la incertidumbre diaria, que genera un estrés tóxico que impacta gravemente el desarrollo emocional y el aprendizaje de los niños.
El estrés hace difícil tomar decisiones y puede volverse crónico, generando trastornos de ansiedad que impiden salir de casa o incluso respirar normalmente.
Este panorama confirma que las políticas migratorias no solo tienen consecuencias legales y económicas, sino que están dejando una profunda herida en la salud mental de una de las comunidades más vulnerables, una herida que requerirá años de atención y apoyo para sanar.