Mientras millones de cubanos se enfrentan a diario a la dura realidad de los cortes eléctricos prolongados y la necesidad de cocinar en condiciones precarias, el Jardín Botánico Nacional de La Habana ha optado por una controvertida exhibición. A través de sus redes sociales, presenta la cocina a leña en Cuba como un «homenaje a la tradición y la cubanía», una propuesta que genera un agudo contraste con el día a día de una población que utiliza este método por mera supervivencia.
La Iniciativa del Jardín Botánico Nacional: ¿Tradición o Mensaje Oficial?
Bajo el título “Descubre los sabores de la cocina tradicional cubana a leña”, la publicación del Jardín Botánico promueve una experiencia culinaria en la que se reivindican platos emblemáticos como el lechón asado, el congrí o la yuca con mojo. Estos manjares, preparados con fuego de leña y técnicas «ancestrales» en el entorno natural del parque, buscan evocar sabores del pasado. Sin embargo, en el contexto actual de escasez energética en la isla, esta exaltación de la cocina a leña en Cuba parece ir más allá de una genuina celebración cultural, funcionando como un gesto que, para muchos, intenta romantizar la precariedad y disfrazar de identidad lo que es, en realidad, una imposibilidad de acceder a fuentes de energía modernas.

El Debate de la Cocina a Leña: Legado vs. Necesidad
Nadie cuestiona que cocinar con leña forma parte integral del legado gastronómico cubano. Durante generaciones, especialmente en zonas rurales, fue una costumbre arraigada preparar alimentos sobre fogones rústicos, utilizando carbón o madera. Muchos cubanos conservan con nostalgia el recuerdo de esos sabores intensos y ahumados que marcaban la cocina de sus ancestros.
No obstante, el presente difiere drásticamente del pasado. En un país donde millones de hogares carecen de acceso estable a gas o electricidad para cocinar, convertir la **cocina a leña en Cuba** en una especie de «experiencia gourmet» se percibe como un acto desconectado de la realidad. Esta iniciativa, más que un guiño cultural, representa una peligrosa naturalización de la precariedad, sugiriendo que el retorno a métodos del pasado es una elección voluntaria y no una imposición desesperada.
Crisis Energética en Cuba: Más de 9 Millones Cocinan Precariamente
La verdadera dimensión del problema fue alertada por el Food Monitor Program (FMP), una organización independiente que ha monitoreado el acceso a servicios básicos en la isla durante los últimos tres años. Su informe revela que más de 9 millones de personas en Cuba se ven obligadas a cocinar en condiciones precarias, insalubres y peligrosas, en el marco de una de las peores crisis energéticas que ha enfrentado el país.
Según nuestro informe, cerca de 9 millones de cubanos cocinan en condiciones precarias, insalubres y peligrosas. La crisis energética que atraviesa el país, ha impactado directamente en el acceso al gas y la electricidad para cocinar.
— Food Monitor Program (@FoodMonitorP) November 10, 2023
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Estas impactantes cifras se derivan del análisis del último Censo de Población y Viviendas de Cuba y de estudios propios del FMP. Las estimaciones indican que solo alrededor de 1.7 millones de hogares usan gas licuado (GLP), mientras que otros 2 millones dependen exclusivamente de la electricidad, y unos 220 mil cocinan con gas manufacturado. Esto deja al resto de la población cubana, un promedio de 3 a 4 personas por hogar, completamente expuesta a cortes de electricidad, a la paralización del suministro de gas o a medios rudimentarios, enfrentando dificultades graves o la imposibilidad total para cocinar en sus viviendas.
Ingenio y Sacrificio: La Lucha por la Cocina Diaria
El informe del FMP detalla que los apagones, que a menudo se extienden hasta 20 horas diarias, obligan a las familias a cocinar cuando hay electricidad, sin importar la hora. Es común preparar alimentos de madrugada, comer frío o de inmediato, y muchas personas se han visto forzadas a reducir la cantidad de comidas diarias. Antes del colapso energético más reciente, un 33% de los hogares ya había comenzado a suprimir comidas como medida de supervivencia, y un 25% confesaba haberse ido a dormir con hambre.
El escenario más dramático es el auge de la cocción con leña y carbón vegetal. Miles de familias, ante la imposibilidad de usar electricidad o gas, recurren a construir fogones improvisados con materiales reciclados en sus patios, transformando una tradición cultural en una cruda necesidad. Algunos cubanos, en su ingenio y desesperación, han encontrado alternativas improvisadas como el uso de baterías de motos para generar energía o paneles solares para alimentar hornillas de inducción. Sin embargo, estas soluciones no son accesibles para todos y subrayan la gravedad de la crisis que atraviesa la isla.
Dignidad en la Cocina: Un Derecho Fundamental
Aunque la cocina tradicional cubana es, sin duda, parte del patrimonio cultural de la nación, también lo es el derecho fundamental a cocinar con dignidad. Romantizar el uso de la leña en este contexto ignora el sufrimiento cotidiano de buena parte de la población, que se ve obligada a recurrir a este método no por elección, sino por la falta de acceso a servicios básicos.
La verdadera estabilidad y el bienestar de los hogares cubanos no se garantizan con «humo y leña», sino con un acceso fiable y constante a energía y servicios básicos. La dicotomía entre la celebración de una tradición y la dura realidad de millones de cubanos cocinando a leña por necesidad es un recordatorio de las profundas brechas que la crisis energética ha abierto en la sociedad.